La rueda

Obsesión por la repercusión pecuniaria

JULI CAPELLA

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Leído en los periódicos (incluso en editoriales): El día del orgullo gay dejará en Barcelona 20 millones de euros y durante todo el año el sector aportará unos beneficios de 480... El Mobile World Congress deja 350 millones de euros en la ciudad. Se calcula que entre el 2012 y el 2018 el beneficio para Barcelona será de 3.450 millones... Primavera Sound generó para la ciudad un impacto económico de 65,3 millones, que por si solo aporta el 0,03% del PIB catalán...

Y así muchos otros eventos que se van reduciendo al vil parné. Penoso que se traduzca todo en dinero. ¿No sería más interesante saber si la tolerancia entre tendencias sexuales avanza?, ¿si la comunicación entre la gente mejora? ¿o si ha habido nuevas aportaciones musicales de calidad ese año? No, el titular suele tender a la cuantificación crematística, se hable de sexo, amor, teléfonos, música o ladrillos. Pues es bien sabido que cada edición de Construmat nos apabulla con abrumadoras cifras de los beneficios reportados a Barcelona, incluidos los millones gastados por los asistentes en putas, que acuden (ambos) como moscas al evento. Lo importante es la impactante repercusión económica.

Pero, ¿son verdad estas cifras? No sabemos ni cómo ni quién las calcula, seguramente el organizador. Los diarios las repiten como autómatas. En caso de ser veraces, ¿benefician realmente a Barcelona, como proclaman a bombo y platillo? ¿o solo a algunos barceloneses, casi siempre los mismos?

Evidentemente todo mueve dinero, cada ciudadano, cada tienda, cada turista, cada acontecimiento. La clave está en cualificar toda esa actividad y mejorar su interacción en beneficio de, esta vez si, Barcelona. Es decir de toda su gente, incluidas la putas. Otra tomadura de pelo recurrente es «la cifra de puestos de trabajo que se van a generar», pero hoy aquí ya no cabe.