DOS MIRADAS

En nuestra piel

Bashar el Asad sabe que los refugiados sirios son un arma poderosa para desestabilizar Europa y, al fin, plegarla a sus intereses

Médicos atienden a niños heridos en un ataque aéreo en Duma, este martes.

Médicos atienden a niños heridos en un ataque aéreo en Duma, este martes. / GD CB

EMMA RIVEROLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El lunes de la semana pasada se inició un alto al fuego en Siria. Hasta el último minuto aún se pudo ilustrar la noticia con las imágenes de niños heridos por los bombardeos. La tregua no ha resistido. De nuevo, más rostros. Más muertos. Más niños...

Hay más guerras en el mundo. Conflictos tanto o más cruentos, pero el foco informativo sigue fijo sobre Siria. Los instrumentos propagandísticos de sus diferentes frentes han perfeccionado su comunicación hasta límites de gran eficacia… y de extrema crueldad. Porque, en esta guerra, el mensaje está grabado en la piel de los sirios. No son solo los cuerpos mutilados por los bombardeos. También son los rostros agotados, desesperados de los refugiados. También los infelices degollados por el Daesh o lapidados o ahorcados o quemados... Todos ellos han sido utilizados para internacionalizar el conflicto y el horror. Bashar el Asad sabe que los refugiados son un arma poderosa para desestabilizar Europa y, al fin, plegarla a sus intereses. El nerviosismo y la ineptitud de nuestras instituciones y una ultraderecha cada vez más potente son su victoria. El Daesh ha extendido su reino del terror. Su franquicia de muerte no solo ha llevado sus atentados a nuestras ciudades, sino que ha inundado las pantallas de las imágenes más truculentas, de una barbarie que creíamos reservada a los libros de historia. Las fronteras de Siria se confunden en nuestras calles. En nuestra piel.