Pequeño observatorio
Noticia: ya no somos una secta
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA ESPINÀS
La noticia de agencia dice exactamente esto: «El Ejército de Malí mata a 16 islamistas de la secta Dawa». Según fuentes oficiales, estas personas viajaban en un vehículo procedente de Mauritania que no se detuvo en un control. Entre los ocupantes había tantos malienses como mauritanos. La secta Dawa, dice la información, es originaria de Pakistán y se extendió por África a finales de la década de los 90. Actualmente se calcula que dispone de varios centenares de adeptos en el norte de Malí.
Sectaes una palabra que se deriva deseguidor. De modo que no habría ningún motivo para condenar a una secta. De hecho, todas las religiones históricas han nacido de los seguidores de alguien, pero no hay ninguna comunidad, grande o pequeña, que acepte ser una secta, porque esta palabra se ha identificado con cisma, herejía. No importa que el cristianismo lo fuera inicialmente. En el lenguaje actual, una secta tiene una connotación negativa, la palabra se ha aplicado a grupos o movimientos minoritarios y radicalizados -las minorías tienden a menudo a radicalizarse- y ha nacido el adjetivosectariocomo definidor de un partidismo radical y excluyente. Si examinamos el panorama que nos rodea, el mundo está lleno de seguidores de diversas creencias, y su fe puede ser pura o sectaria. Y mayoritaria o minoritaria. El nazismo fue una secta que triunfó, y ahora es una secta minoritaria. Es una cuestión de volumen, de poder. Hay sectas de ámbito muy reducido -lo eran los vegetarianos hasta no hace mucho- que acaban convirtiéndose en un sector más de los aceptados por la sociedad. Como todo sube y baja, como me parece que decíaPla, ahora son los fumadores los que empiezan a ser considerados una secta, aunque no tengan esa figura carismática a la que deben seguir, como es propio de las sectas auténticas. Si nos fijamos bien, estamos rodeados de pequeñas sectas, y esto no es malo, sino más bien natural. Nosotros mismos somos los que nos sentimos inclinados a formar parte de un grupo. Grande o pequeño, creemos que nos sentiremos cómodos. Y cuando la agrupación crece, y tiene reconocimiento público, la calificación de secta desaparece.
La manifestación del 11 de septiembre fue impresionante. Un hecho que debe ser valorado por España y toda Europa. Todos los análisis son posibles, todos los aspectos pueden ser interpretados -y deben serlo-, pero hay una realidad que no se puede discutir: el independentismo en Catalunya ya no es una secta.
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