Nos observan

EVA PERUGA

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Observar siempre nos ha parecido un verbo de cualidades admirables. Es muy observadora, se alaba de una persona, indicando la capacidad de fijarse con perspicacia y retener los detalles. Ahora es casi como un respingo ante la extendida interpretación rápida del rápido acontecer. Hay que ir mas despacio. Porque observar no es sinónimo de ver o mirar. Cerrado el capítulo veraniego, durante el que resulta más fácil observar y sentir los pies de barro que nos sustentan en muchas ocasiones, sería beneficioso mantener esa observancia. Pero, obligadamente, interpretada y acogida como un ejercicio positivo, estimulante, que nos hará avanzar.

El estereotipo repite que las mujeres son observadoras, pero como es habitual, es una forma de contraponer esa definición a la misma acción. Lo que sí es palpable es la carencia de observación, mantenida, general y constante sobre aquellas situaciones en las que el trato escapa de la igualdad entre ellos y ellas. La cultura es una de ellas. Y no menor. En la cultura se recrean la intelectualidad, la visión de futuro, el reflejo del presente. Se la atribuye a la libertad y a la manifestación de las ansias de pueblos y circunstancias. Todo el mundo está de acuerdo. Porque, ya se sabe, en la teoría son muchas las personas que comparten código. La práctica es más dura, está más pegada a lo que nos pasa a los hombres y las mujeres en el día. Los libros blancos o de otros colores de la cultura ni siquiera hacen soñar. Al contrario. Nos arrojan una sociedad recreada mayoritariamente por hombres, sea cual sea la disciplina, persistiendo en un error en un sector de creación, de faro.

Por todo esto hay que recibir como agua de mayo la creación del Observatori Cultural de Gènere, que lejos de apriorismos va a la raíz del problema. Y recoge en el inicio de su página (http://observatoricultural.blogspot.com.es) una frase a modo de conclusión del objetivo a batir. «A lo largo de la historia, 'Anónimo' fue una mujer», de Virgina Woolf. ¿Cuántas personas han tenido en su mesilla este verano un libro de Woolf?, ¿una obra escrita por una mujer, ¿cuántas referencias en los medios de comunicación han encontrado de libros escritos por manos femeninas?, ¿cuántos artículos de opinión de mujeres han leído y han podido motivarlos a comprar alguna obra de la escritora o de las citas femeninas del texto? Y así una larga lista de respuestas que ustedes pueden contestar respecto a las películas, las artes plásticas, el periodismo. L'Observatori, una acertada decisión de Mª Angels Cabré, constata y apunta: «Son tiempos cambiantes, en los que la crisis mundial empuja la cultura a reinventar su función y sus mecanismos de transmisión».

Una sociedad que observa parece una sociedad dispuesta al autoanálisis y la autocrítica. L'Observatori se estrenó, antes del verano,  precisamente con un estudio sobre la presencia de las mujeres en los apartados de Opinión de los medios de comunicación. Es ahí donde tienen cabida las miradas hechas desde la reflexión y, tras ellas, el beneplácito o el veto a la realidad. De modo que, actuando como filtro de lo que con el tiempo se considerará historia, las opiniones encumbran o soterran maneras de actuar y de pensar desde una perspectiva. Hoy por hoy, prácticamente en todas las ocasiones desde la perspectiva masculina, que no necesariamente está firmada por un hombre. Observar es solamente la primera parte de relato.

Así que el reto para todo el mundo, ante cuyas narices nos pondrá el Observatorio, será no solo aceptar que hombres y mujeres debemos actuar en libre competencia para que la cultura deje de ser un monopolio masculino. En verdad para que cambie esta forma deberá cambiar el fondo, como acertadamente constata ese puente de vigilancia, y deberemos forzar la reinvención y los mecanismos de transmisión. Nos observan…