Dos miradas

Musculatura

No importan los que no salen de casa, en una jornada como la Diada, sino qué hace que no dispongan de nada que los haga salir

Vista de la calle Aragó llena de manifestantes de la Diada.

Vista de la calle Aragó llena de manifestantes de la Diada. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Una de las lecturas más habituales del día después de la Diada (repetida hasta el agotamiento) es que hubo mucha gente que se quedó en casa. Se hace mención de la llamada 'mayoría silenciosa', de todos aquellos que prefirieron no ir a la ceremonia colectiva. En este saco, están los perezosos, los imposibilitados, los agorafóbicos y, por supuesto, los decididamente contrarios a la ceremonia y partidarios de otras ceremonias a las cuales tampoco asistirían ni los agorafóbicos ni los perezosos ni los imposibilitados. La concentración de gente por una causa, por grande o persistente que sea (repetida hasta el agotamiento), no llegará nunca a superar la concentración de gente que decide, por lo que sea, no participar en defensa de aquella causa. Si no, la cosa se parecería a un cuento de Borges, en el que los manifestantes en reclamación de algo serían todos los habitantes de un país, que no podrían reclamar nada porque aquellos a quienes reclamaban también se estaban manifestando.

La reflexión, pues, no debe recaer sobre los catalanes que no estaban en el Passeig de Gràcia i en Aragó. Conviene preguntarse qué otra causa (o cosa), aquí o en el mundo, es capaz de reunir tanta gente durante tantos años (hasta el agotamiento). La respuesta es: ninguna. No importan los que no salen de casa sino qué hace que no dispongan de nada que los haga salir. Es una cuestión de músculo, sí. El músculo produce movimiento. Musculatura 'versus' atrofia.