Dos miradas

La mujer

JOSEP MARIA Fonalleras

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Hay iniciativas de todo tipo para conmemorar el día de la mujer trabajadora. Hay encuentros de tono folclórico, hay concursos de relatos y de poemas. Hay conferencias y charlas. Hay comidas y cenas con exclusiva presencia femenina. Hay reivindicaciones radicales y concurrencias discretas en torno a una taza de chocolate caliente. Hay luchas obreras contra la discriminación y encuentros elitistas que quizá no pasan, aunque no lo quieran, de enseñar a la mujer como un jarrón. Hay exposiciones con mujeres artistas y, por ejemplo, una curiosa iniciativa, en el centro cívico del Besòs, con una muestra de la variedad cultural a través de los vestidos cotidianos de las mujeres del barrio.

Habrá también, por desgracia, oscuras actitudes de desprecio y de machismo encubierto. Habrá mujeres que no podrán celebrar nada porque ni siquiera tienen noción de la posibilidad de hacerlo. Y habrá mujeres, como mi amigaLolita Bosch, excelente escritora y luchadora por la justicia (la poética y la física), que harán gestos simbólicos y altamente emotivos. La granLolitallamará a su madre y a su hermana, «porque aún creemos que es necesario, que queda mucho trabajo por hacer para poder celebrar el día de todas las mujeres». En esta llamada, en esta solidaridad íntima, se esconde el deseo incontenible de evitar la injuria universal y la sumisión, de luchar contra la muerte y el olvido. De apostar por la fuerza imparable de la dignidad.