Miserables

Toni Albà, ese maestro de la burla, parece que no digiere bien la ironía cuando va a dirigida a los propios. Animado por entidades independentistas y por nuestra particular caverna nacionalista, pronunciará un pregón alternativo al de las fiestas de la Mercè de Barcelona. Una contraprogramación al pregonero oficial, el escritor Javier Pérez Andújar.

Andújar es la voz incisiva, sincera y sentimental de una Barcelona que creció a la sombra de la térmica del Besòs y de los bloques feos. Calles que sumaban carencias y que latían al ritmo de las luchas vecinales, los estragos de la droga, las miserias y la solidaridad. Algunos se han sentido insultados por su elección. Dicen que en una crónica tachó la Diada de parque temático del independentismo. En la misma línea, por cierto, definía a Barcelona como parque temático del turismo. Parece ser que el ayuntamiento no tiene la piel tan fina como sus exaltados detractores. Esos que creen que su mirada sesgada por los tapaojos del sectarismo es la mirada de toda Catalunya. Si un excelente escritor no es digno de Barcelona por sus opiniones sobre el 'procés', ¿a dónde vamos? ¿Dejamos de leer a Vargas Llosa por sus críticas al nacionalismo? ¿Rasgamos los cuadros de Dalí por filofranquista? ¿Quemamos los libros de Pla o los de Borges? ¿Renunciamos a la ironía, a las voces críticas, al talento? Podemos hacerlo, pero seremos más pobres. Y más mezquinos. Y repugnantemente miserables.