Gente corriente

«Mis proyectos sirven para encender la barbacoa»

Artista sobre raíles. Este amable camarero de tren se puso a hacer obras en 'trencadís' y le salen de película.

«Mis proyectos sirven para encender la barbacoa»_MEDIA_1

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NÚRIA Navarro

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-Llevo 26 años trabajando como camarero en trenes de largo recorrido. Sirvo cafés, refrescos y bocadillos, y tengo a cargo el mando a distancia de los monitores de vídeo. Ahora cubro el trayecto Irún-Barcelona-Irún un par de veces por semana.

-No suena nada mal.

-Al hacer jornadas seguidas, siempre he descansado dos o tres días por semana. Demasiado tiempo libre cuando eres joven... En los años 90 jugaba a todo: póquer, subastado, ajiley, hijoputa... También influyó el hecho de que tuve un hijo con discapacidad psíquica, un chico límite. Me dije: «Hay que aprender cosas para intentar meterle a él el veneno». Pues iba yo a interesarme por un curso de informática, cuando vi la academia municipal de Basauri y me apunté a escultura. Un profesor, Txente Arretxea, me inoculó la pasión.

-No había cogido usted un cincel en su vida.

-¡Nunca! Pero como soy muy constante, junté más de 20 piezas en tres años y el profesor me sugirió hacer una exposición. Me daba vergüenza, pero la gente empezó a decir: «Oye, pues esto que haces está muy bien». Hice cinco exposiciones seguidas. Compré un tallercito al lado de mi casa y pasó algo inesperado...

-¿Qué pasó?

-Un día entró en la academia un chico que tenía sida. Quería que el ceramista le hiciera un mosaico para la tapa de su nicho con su nombre entrencadís. Se lo hizo, y yo me fijé en la técnica. Siempre me habían gustado los cuadros craquelados, esos agrietados por el tiempo. Probé eltrencadísy no he parado.

-Empezó interpretando picassos.

-Empecé por él porque mis padres son malagueños y porque es un pintor muy plano, sin sombreados, con cambios bruscos de color.Llegué a comprar más de 60 libros sobre su vida y su obra. Fui haciendo y expuse 19 cuadros en Basauri. Los puede ver en www.javierdelatorre.org.

-Son sorprendentes, de verdad.

-Mi trabajo no es malo. En un arranque de narcisismo me fui a Ikea a comprar una silla para sentarme a observar mis obras. Siempre aprendes de los errores. Del mismo modo, en las exposiciones nunca me presento y así puedo escuchar a los que miran. Muchos se acercan a tocarlas, porque tienen un lado sensual.

-A todo esto, ¿gana algo con el arte?

-Ni un euro. Como hago las exposiciones en casas de cultura, no puedo vender. Pero mi satisfacción vale más que todo eso... ¿Sabe la diferencia entre artesano y artista?

-Dígamela usted.

-El artesano hace lo que vende y el artista vende lo que hace. Yo no entro en ninguna de las categorías. ¡Lo hago por placer! Incluso alguna vez pensé en convocar una rueda de prensa y romper cinco cuadros delante de todo el mundo.

-Si lo supieran esos a los que les sirve el café y el cruasán...

-Cada día doy gracias por lo que tengo. Me gusta estar detrás de la barra de un tren. Me obliga a darle la vuelta a mi piel según quién tenga delante, sea el cabrón vividor o el bendito al que tienen engañado. A uno le das los buenos días y al otro lo escuchas. En 26 años he visto mucho en los trayectos a Málaga, Alicante, A Coruña. Sobre todo, soledad.

-¿Cómo se subió al tren?

-Yo estudié para delineante, pero en la feria de muestras vi que los ordenadores hacían cinco proyectos en el tiempo en el que yo hacía uno. Como tenía 20 años y quería dinero, me metí a montar muebles de cocina. En 1983, un compañero y yo alquilamos un local para hacer nosotros los muebles. Incluso compramos los electrodomésticos. Y llegaron las inundaciones de Bilbao.

-Le aguaron el negocio.

-No llegamos ni a abrir. No teníamos seguro y estábamos hipotecados hasta las cejas. Estuve tres años pagando el desastre. Mi hermano mayor trabajaba en los trenes y me metió.

-Y no se ha bajado de las vías.

-¡Esto engancha! Me han ofrecido tres trabajos y no los he querido. Aquí trabajas fuerte una hora y media. Pones los cafés, los zumos y los bocadillos, y el resto, a mirar por la ventana y a estudiar los diarios.

-¿No vendería su alma al diablo por estar en el circuito artístico?

-Quizá sea pobre de espíritu... Con que me conozca mi gente tengo suficiente. Además, ¿quién valora el arte? Félix de Azúa hace una valoración del arte moderno que me gusta: el 80% de los artistas viven de las subvenciones, el 15% pasa más hambre que una mosca en un cristal y el 5% son los buenos de verdad. Yo soy ambicioso y lleno cuadernillos con mis proyectos, pero los empleo para encender la barbacoa.