La mirada estrábica

El mensaje de Rajoy el día de la Constitución, frente a la cámara de televisión, pero con los ojos desplazados, erráticos, leyendo un texto que le habían puesto a su derecha, ha provocado el despiporren de Wyoming y Buenafuente. Decía el primero, en El intermedio, con enorme cachondeo: «Está leyendo el discurso pero... ¿dónde se lo han escrito? ¿En la pared de la habitación de al lado? Está claro que eso no estaba preparado para Rajoy, ¡era para Fernando Trueba!». Tres horas después, en la misma cadena (La Sexta), Buenafuente también sacó punta al tema diciendo: «¡En lugar de mirar a cámara mira a Cuenca! ¡El único que no ha detectado ningún problema en este vídeo ha sido El Dioni!». ¡Ah! La situación fue de un estrabismo esperpéntico, en efecto. Los que asesoran al Presidente en materia de televisión han demostrado ser unos chapuceros. Desconocen que hace más de 60 años se inventó un artilugio llamado teleprompter o autocue, que soluciona estos problemas y que es lo que usan todos los presentadores de los informativos de tele: cuando nos hablan, mirándonos fijamente, en realidad están leyendo. Rajoy ha pagado la incompetencia de sus asesores. Las carcajadas y pitorreos han sido un estruendo. Pero me temo que esta pifia ha tapado la esencia del texto que leyó, que era lo tremendo. Una alocución en la que decía, por ejemplo: «La Constitución nos ha traído una España democrática reconocida en todo el mundo; nos ha traído Europa con sus políticas de cohesión; nos ha traído la modernización de nuestra economía... las libertades, la estabilidad política, la cohesión social». ¡Ahhh! Esto sí que es estrabismo de verdad, y no el errático movimiento de sus ojos leyendo un texto de telecomedia.

LA VOLUNTAD .- Hay programas pequeños, con escasa audiencia, y no obstante no son ni insignificantes ni mediocres. Es el caso de Summa positiva, que todas las semanas elabora Tatiana Sisquella en TV-3. Nos habla de actitudes y emociones. El hecho de saber decir adiós, por ejemplo, ante una relación -afectiva o laboral- que ya se ha descompuesto. O sea, y como decía Alfonso Guerra, saber pasar página antes de que te la pasen otros. Esta semana nos habló de la voluntad. El abogado Dionisio Moreno, por ejemplo, desde la humildad de Martorell, consiguió llegar a los tribunales de Europa y que parasen los desahucios. ¡Ah! La voluntad es una fuerza muy hermosa.