GIRO EN EL CAMP NOU

De Messi a Suárez

ANTONIO
BIGATÁ

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Falta confirmación, pero todos los indicios subrayan que el fútbol del Barça ha entrado en una fase calificable de regularidad en el alto nivel por primera vez en lo que llevamos de temporada. Tal vez por empezar a configurarse con nitidez una alineación titular. Tal vez por un descenso del suflé de la tensión maligna que recibía desde la grada y el entorno (en un efecto positivo del anuncio del adelanto de elecciones). Tal vez porque empiece a tranquilizarse psicológicamente Luis Enrique. Y, sin tal vez, por los pasos adelante dados por Messi en el campo.

El Barça está sólido atrás, mejora en el centro del campo y hay más movilidad mortífera y sincronización en el ataque.  Los dos encuentros contra el Atlético subrayan esa recuperación de la regularidad en el alto nivel, pese a que han existido puntas momentáneas de mejor y peor juego. Pesa mucho lo ya apuntado sobre Messi: después de una etapa de dudas de fe en el barcelonismo renace el ¡locos por Messi! Las cosas están más claras cuando, aunque no se diga, las cartas están más boca arriba. Parece evidente que el argentino prefiere seguir en el Barça si el equipo vuelve a ser competitivo para ganar títulos y premios individuales.

Todo confirma que tenía razón la tesis de que después de que el barcelonismo examinase con lupa a Messi (para optar por el «¡que siga!» o el «¡que lo vendan ahora!») se vive una etapa en la que el astro está examinando al Barça para decidir si quiere seguir. Consciente de ello, Bartomeu ha hecho el sacrificio necesario de rebajar el debate político de futuro que rodeaba a la entidad (seguro que no desea ser el presidente de la huida de Messi). También por eso los cainitas han frenado su demolición: saben que si los suyos llegan al poder del Barça pero no disponen de Messi, el futuro puede ser más diabólicamente blanco que azulgrana.

Para que el Barça apruebe el examen de Messi debería leer bien varios datos deportivos. Alves ya no es el lateral que necesita para conseguir grandes títulos. Rakitic e Iniesta deben mejorar para que uno de ellos o ambos dirijan junto a Messi el juego. Y Luis Enrique debe resolver, como técnico, todo lo que le pasa a Suárez, descartando las ideas irracionales de que fracasa por gafe o por un castigo divino al mordisco que propinó. Un gran futbolista como él solo está desaprovechado si el técnico no le hace jugar en el sitio que debe, si el resto del conjunto no tiene ideas claras sobre como debe hacerle llegar la pelota y crearle espacios, o si está en una baja forma.

Lo que es seguro es que a Suárez no se le ha olvidado lo de marcar goles, por mucho que ahora le desarme una angustia excesiva por fallar tantos tan fáciles como los que desperdició ante al Atlético.