Más que un salvador de zapatos

Si caminan por la barcelonesa calle del Avenir, entre Santaló y Muntaner, encontrarán una pequeña tienda donde reparan zapatos, cinturones, se hacen copias de llaves, se graban todo tipo de metales... Oficialmente se llama Rápido Antígona. De hecho, es un singular museo. Porque resulta que quien tiene este negocio, Salvador, es un sorprendente coleccionista. Si no me equivoco, empezó a los 18 años coleccionando sellos. No sería muy exagerado si decimos que ahora recoge de todo.

Zapatos de pastor hechos con vientre de vaca, para evitar la humedad, procedentes del País Vasco. Cerraduras antiguas de varios lugares, zuecos asturianos, zocos gallegos. Picaportes de bronce con forma de puño cerrado. Ha reunido 6.000 recetas de cocina sacadas de libros antiguos. Un martillo soldador que se calentaba a la forja, numerosos instrumentos musicales pequeños...

Los clientes le hacen regalos y conserva, naturalmente, muchas herramientas antiguas del oficio de artesano del calzado -abridor, rodillo, pata de cabra, etcétera- procedentes del taller de su suegro. que fue maestro zapatero en Cuenca. Hay clientes que le traen objetos aunque no sean del oficio, como un vecino que una vez le llevó un lápiz de china.

Me doy cuenta de que Salvador ha logrado fer barri, es decir, convertirse en un punto de referencia para aquellos que viven o trabajan en el entorno de su tienda. La tienda más estrecha de la calle, me parece. Y entre tantos objetos que ocupan el espacio del zapatero, he descubierto que hay un libro mío, que le ha llevado mi editora cuyo despacho se encuentra muy cerca (únicamente hay que cruzar la calle Santaló).

Un día le pediré que me deje meter la cabeza en los interiores de la tienda, donde supongo que tiene el taller. El primer día no he osado a curiosear demasiado. Quizás no me sentiré tan invasor si le llevo unos zapatos viejos que tengo en casa, a ver qué puede hacer.