El martirio de Mas

"El ¿van a por mí¿ de Artur Mas se me antoja pueril en exceso, simplón y pretencioso"

Artur Mas, ayer, durante la reunión de la ejecutiva de Convergència.

Artur Mas, ayer, durante la reunión de la ejecutiva de Convergència.

Joan Ferran

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Abundan las novedades editoriales de, para y sobre las personalidades políticas en activo. El fenómeno no es nuevo. A Jordi Pujol, ejerciendo de 'president', alguien le llamó virrey de Catalunya; Pilar Rahola nos encasquetó un texto épico en el que un edulcorado Artur Mas, sin espada, devenía rey; un servidor de ustedes, sin ir más lejos, no dudó en criticar ácidamente el juego parlamentario y las apariencias de Duran Lleida. Otros retrataron a José Montilla y muchos a Maragall... Pues bien, hojeo EL PERIÓDICO y leo un titular que no deja de sorprenderme por su patetismo: "Van a por mí", nos cuenta <strong>Artur Mas </strong>en las páginas de un libro --de titulo rimbombante y de género semibiográfico-- en el que conversa amistosamente con la filósofa Teresa Pous. 

Perdónenme pero este “van a por mí” en boca del 'president' me resulta excesivo y pretencioso. La práctica de la política tiene precio e inconvenientes. El individuo que por vocación, o por interés, decide salir a la palestra pública sabe perfectamente a lo que se expone. Cualquier dirigente político que se precie debe interiorizar, o debería hacerlo, que a partir de ese instante puede convertirse en blanco de iras, en objetivo a abatir, a criticar.

Recuerden: fueron a por Adolfo Suárez, fueron a por Felipe González, fueron a por Zapatero y hoy van –amigos y adversarios-- a por Mariano Rajoy. Desgraciadamente, nos guste o no, las cosas son así y así fueron con Azaña Companys, entre muchos otros.¿Quieren más? Desde los altavoces de cierta crema nobiliaria atacaron la gestión y figura de Jordi Hereu hasta hacerle la vida imposible. Desde el humor, pagado con dinero público, se ha jugado a ‘deconstruir’ la imagen del Rey, de Pere Navarro o de Duran Lleida con una ‘intensidad’ especial no aplicada a terceros. La cosa ‘va de soi’ que diría un francés.

El “van a por mí” de Artur Mas se me antoja pueril en exceso, simplón. No sé si la afirmación del 'president' es una artimaña publicitaria cara a las ventas navideñas del libro. No sé si sus palabras son un nuevo intento de resarcirse del deterioro de imagen que reflejan las últimas encuestas del CEO... Me da igual. La talla y valía de los personajes públicos, sean estadistas o políticos del montón, no se mide nunca en base a las invectivas, mentiras y crueldades que blanden sus enemigos. Se mesura a partir de la autoridad moral que es capaz de proyectar positivamente a la ciudadanía. El recurso al martirologio y la penita no cuela, dice poco del que se acoge a él y no fortalece, da penita.