Dos miradas

Manresa

La relación CUP-JxSí se acerca a una lucha fratricida en la que dentro de un tiempo, peleados a muerte eternamente, nadie recordará por qué se peleaban

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace 123 años, en Manresa, se aprobaron las Bases que inauguraban el catalanismo moderno. En comparación con lo que ahora tenemos sobre la mesa eran muy ingenuas, si es que se puede utilizar esta expresión, pero a la vez proponían, con notables reminiscencias medievales, algunas normativas mucho más radicales hacia el Estado que las de ahora, como por ejemplo que solo los catalanes podían acceder a cargos públicos o como que la única lengua oficial debía ser el catalán. Ciento veintitrés años después, otras bases, las de la CUP, también en Manresa, parece que han aprobado (pero no del todo, pero casi sí, aunque todavía podría ser que no, teniendo en cuenta que había votaciones paralelas y coincidentes, aunque habría que aclarar el razonamiento final, y etcétera, etcétera), parece que han decidido, pues, que Mas no será presidente de la Generalitat.

Ante esta evidencia (aunque no tanto, aunque quizá sí, todo dependerá de cómo vaya todo), las voces contrarias a la posición de la CUP y favorables a Mas han elevado hasta el paroxismo los ataques, de tal manera que la palabra más amable que he leído ha sido «traición», en una aceleración de las partículas de la indignación que no parece que vaya a desembocar en una entente cordiale sino que más bien se acerca a aquellas luchas fratricidas en las que dentro de un tiempo, peleados a muerte eternamente, nadie recordará por qué se peleaban.