La mala leche mata

TOMÀS NAVARRO

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Cuidado, la mala leche mata. El mal humor se cobra vidas. La ira te ganará la partida. Sin ningún tipo de dudas las emociones negativas como la ira, la hostilidad o la ansiedad tienen un efecto negativo en nuestra salud. Nuestro sistema nervioso está estrechamente relacionado con el sistema inmunitario y el sistema endocrino. El esquema de cómo influyen nuestras emociones en la salud es relativamente fácil de explicar. Cuando sientes una emoción intensa podrás notar como se desequilibra tu cuerpo. Si recuerdas, analizas o te analizas podrás ver cómo cuando te pones nervioso se te acelera el pulso, se entrecorta la respiración, te sube la presión arterial, te tiemblan las manos, empiezas a sudar y unos cuantos síntomas más. Las emociones provocan unos cambios fisiológicos y hormonales que inciden en nuestro sistema inmunitario afectando a nuestro cuerpo en su totalidad e incrementando las probabilidades de sufrir alguna enfermedad.

Cualquier emoción que podamos sentir genera una activación neurofisiológica por la que todo el organismo en su conjunto responde en sintonía con la emoción. Nuestro organismo necesita estar equilibrado dentro de unos mínimos y máximos tolerados. Podemos tolerar ciertas carencias o excesos. Podemos pasar un poco de hambre, podemos tolerar una comida opípara, podemos soportar no dormir una noche incluso podemos tolerar el frío y el calor durante un tiempo. Podemos tolerar todas las emociones básicas. El miedo, la ira, la tristeza, etc. Ahora bien, cuando se desequilibra el organismo es porque hemos sobrepasado esos límites en intensidad, frecuencia o duración. Sabemos que un impacto emocional intenso, repetido o frecuente puede desestabilizar nuestro organismo y dificultar nuestra capacidad para recuperar el equilibrio, lo que terminará abriendo nuestra particular caja de pandora, afectando aquellos sistemas u órganos vitales que tengamos más vulnerables, abriendo la puerta a todo tipo enfermedades y dejando a nuestro organismo en una situación de vulnerabilidad a los ataques de cualquier agente tóxico.

Pero la cosa se complica más si caes enfermo. Cuando perdemos la salud se generan diferentes emociones que afectan directamente al curso de la enfermedad, dificultando el seguimiento de pautas médicas, provocando el abandono de tratamientos o incluso generando conductas que pueden desencadenar una enfermedad distinta o agravar la existente como por ejemplo comer o beber en exceso o abandonar la higiene personal.

Te animo a que seas feliz ya que si lo eres tendrás mejor salud, menos enfermedades, un sistema inmunitario más equilibrado, vivirás más años y con mejor calidad de vida… Y te animo a que lo hagas encarecidamente si tienes más de 55 años, ya que es más necesario que nunca.

No lo olvides, las emociones positivas pueden proteger tu salud. Las personas que tienen una actitud positiva, gozan de estabilidad emocional o reciben apoyo emocional están en mejores condiciones para prevenir o superar ciertas enfermedades.

Una vida con sentido te permite encajar mejor, reparar y contrarrestar los estados emocionales negativos, permite tolerar mejor el dolor físico y te ayudará a mejorar tu salud. Cuando tu vida está en equilibrio es más difícil desestabilizarla; ahora bien, si hay diferentes áreas que están en un equilibrio precario o incluso en un falso equilibrio, lo más fácil es que una pequeña adversidad acabe provocando una explosión de ira, de tristeza o una reacción desproporcionada y termine desequilibrando a nuestro organismo.

¿Qué te parece si te concentras en ser feliz?