tú y yo somos tres

La magnitud de la corona

FERRAN MONEGAL

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Sorprendido Wyoming (El intermedio, La Sexta) ante el enorme calibre que presenta la corona que mandó fabricar Carlos III y que tendrá que encasquetarse Felipe VI en la cabeza, exclamó con espanto: «¡Fijaos en el tamaño! ¿Cuánto le debía medir la cabeza a Carlos III? Ahora ya sabemos por qué construyó la Puerta de Alcalá: ¡no había otra puerta por la que entrase su cabeza!». Efectivamente, las dimensiones de la diadema parecen gigantescas. La sufrida azafata que intentaba transportarla (vídeofoto adjunta) parecía aterrorizada. No obstante, su peso es relativamente soportable: un kilo de plata dorada, pedruscos incluidos. ¡Ah! Reconforta pensar que Felipe VI no sufrirá lo que sufrió la esforzada Salomé en Eurovisión: el traje que le diseñó Pertegaz pesaba 14 kilos.

INDIGNACIÓN EN LA CAVERNA .- El anuncio de que la coronación será una ceremonia austera, ha indignado a la caverna. Es natural: quieren fastos, suntuosidad, pompa, boato. El más disgustado que he visto ha sido Eduardo García Serrano en El gato al agua (IntereconomíaTV): «Va a ser una ceremonia con una liturgia digna de la proclamación de un director provincial de Correos. Si a la Monarquía le quitas la liturgia, la magia... ¡Debería ser coronado en Covadonga!». ¡Ah! Ese sensato opinador es el que llamó «zorra» y «puerca» a Marina Geli. Ahora, pasado el tiempo, compara a Felipe VI con un empleado de Correos. Bueno, parece que con el tiempo ese cavernícola se ha moderado. Formar parte del humilde cuerpo de carteros es hermoso. Y tiene una demostrada utilidad.

IRIS NOCTURNO. -  Los Premio Iris que otorga la Academia de la Televisión los emitió TVE-1 con casi hora y media de retraso. Acabaron cuando nuestro canario flauta Papitu ya estaba desayunando. Dentro de la feria de las vanidades que todo reparto de premios encierra, en casa nos ha emocionado que hayan premiado a una free-lance, una periodista que lleva años siguiendo las guerras por su cuenta y riesgo, sin respaldo de ningún imperio televisivo detrás, y que hasta tiene que comprarse de su bolsillo el chaleco antibalas: Mayte Carrasco. Se dirigió a los jefes de Informativos que estaban entre el público, desperdigados, y les dijo que se acordasen de que hay guerras, y que las guerras hay que contarlas. Tomen nota los que han transformado la información en un pesebre de adulación, agitprop y fanta.