A los genes no les gusta generalizar

Si no me equivoco, el nombre del mes en el que ahora estamos, enero, proviene de la palabra 'genarius', que evidentemente es latina. Probablemente hace referencia a Jano, una divinidad a la que se le atribuyen dos caras. Una es el pasado, el período de tiempo que ha quedado atrás, y otra el tiempo que comienza. Pero quizá me gusta más relacionar el nombre de este mes con 'janua', que significa puerta. Evidentemente, enero es la puerta que abre paso a un nuevo año. En catalán es 'gener', en francés 'janvier', en italiano 'gennaio'... En castellano parece que tiene origen mozárabe.

Los hitos del paso del tiempo ya no son, para nosotros, referencias a las divinidades. En mi caso, como en muchos otros, usamos de referencia el día de Reyes –regalos–, el de Sant Jordi –libros y flores–, agosto –vacaciones–, el día de Navidad, el día del cumpleaños de cada uno de nosotros... En mi caso, también existe el día de la suspensión temporal del artículo diario y el día de volver a un trabajo que se ha convertido en un ejercicio vital.

Enero es un mes importante si lo relacionamos con el concepto de generación. Parece que hay algunos casos, en la naturaleza, de generación espontánea. No es, que yo sepa, algo propio de los humanos. Pienso que necesitamos ayuda para conseguir generar un hecho nuevo.

Sería apasionante investigar y descubrir qué factores se han sumado para poder poner en marcha una inteligencia creativa. Cómo se ha generado, y por qué, una viva sensibilidad o inteligencia que permite adentrarse en determinados territorios. Se habla, por ejemplo, de generaciones literarias. Es una manera de agrupar a unos escritores, ¿pero también cómo se ha despertado y generado, en cada uno de ellos, una determinada manera de pensar y de escribir?

 Ante algunas generalizaciones simplistas, acostumbramos a protestar: «No generalices». Si cada uno de nosotros tiene sus genes propios, las generalizaciones siempre son arriesgadas.