La nueva etapa municipal

Llega el momento de los hechos

Los ayuntamientos deben desarrollar las políticas sociales prometidas, pero sin cambiar por cambiar

TERESA CRESPO

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Todos los partidos prometieron muchas cosas en la campaña. Unos perdieron y, por lo tanto, sus promesas se quedarán en el olvido porque no se verán obligados a rendir cuentas al no tener posibilidad de llevarlas a cabo. Pero otros ganaron y gobernarán. Y tendrán que cumplir lo que dijeron, porque la ciudadanía, harta de los partidos y las propuestas de siempre, se ha decantado por opciones más innovadoras y de cambio antes inexistentes, lo que me parece muy positivo porque tendremos unos gobiernos más cercanos a la ciudadanía, que se han comprometido a escuchar sus demandas y que hablan de hacer las cosas de otra manera. Y ahora toca hacerlas.

Un mes antes de las elecciones, en un artículo en este mismo diario ya expresé aquellos temas que creía que eran prioritarios: tomar decisiones más atrevidas en favor de la igualdad, llevar a cabo estrategias integrales para la inclusión que garanticen los mínimos vitales a la ciudadanía, hacer políticas que reconozcan el derecho a la vivienda e invertir para generar ocupación y actividad para todas las personas.

Ahora los electos  afrontan la difícil tarea de formar gobiernos con muy pocas mayorías y con una clara necesidad de introducir la cultura del pacto. Este es el primer escollo que deben superar, manteniendo la coherencia con su programa y respetando los compromisos adquiridos. Y sería bueno que no empezáramos a ver alianzas contra natura motivadas por el interés de obtener alguna cuota de poder.

A aquellos que han de gobernar les pediría una acción decidida desde los primeros días, pero eso no quiere decir que se destruya todo lo que se ha construido durante años. Los municipios llevan muchos años trabajando para la mejora del bienestar de las personas, y no se debería eliminar aquello que ha funcionado y ha dado una respuesta adecuada a problemáticas existentes. Se debe evitar la precipitación de respuestas inmediatas que reproduzcan lemas y eslóganes repetidos durante la campaña, porque gobernar es algo más complejo de lo que se promete en un mitin.

Cualquier decisión inmediata que signifique modificar las cosas sin reflexionar sobre las razones de su existencia, las medidas o los pactos que las motivaron puede significar correr un riesgo innecesario. Sería recomendable tardar dos días más en decidir para no errar en las nuevas medidas que se tomen. No está de más aprender de los errores de los demás, escuchar las opiniones y valoraciones de aquellos que conocen las cuestiones, porque existen algunos muy interesados en demostrar que las nuevas candidaturas son incapaces de gobernar, que les falta experiencia y les sobra ignorancia para la gestión municipal. El acierto en las primeras decisiones es fundamental para crear confianza y desmentir los malos presagios y, sobre todo, por el bien de la ciudadanía.

Cuando hemos pedido acciones en favor de los más vulnerables se nos ha respondido que la falta de recursos no lo permitía, pero estoy segura de que los nuevos gobiernos actuarán de forma diferente. Es lo que la ciudadanía ha pedido insistentemente. Siempre hemos afirmado que había dinero para unas políticas sociales con mayor capacidad transformadora, pero la realidad nos decía otra cosa, porque el problema estaba en cómo se gastaba, qué se financiaba, qué se promocionaba, en qué se innovaba y qué fines se buscaban.

Yo propondría un giro que signifique una priorización distinta, que se fundamente en un nuevo objetivo que analice a quién acaban beneficiando los resultados y el impacto de toda acción municipal. Si es a una minoría particular, no creo que la priorización haya sido la buena, pero si el beneficio generado repercute en la comunidad o en las arcas municipales –actuando en políticas redistributivas que proporcionen mayor cohesión e igualdad–, la priorización habrá sido la acertada y recomendable.

Hace tiempo que desde las entidades sociales hemos pedido un cambio en las políticas de bienestar y esperamos que eso se tenga en cuenta en la nueva etapa. Deseamos mayor transparencia e información en la gestión pública, que se planifique a largo plazo y que se invierta en prevención y en políticas proactivas, cosa que últimamente parece haberse olvidado. Y eso nos lleva a recordar que es urgente y obligado erradicar de nuestra sociedad el fraude y la corrupción, y que la lucha contra estas prácticas indeseables se debe perseguir desde el primer día, porque es imposible escuchar argumentos que las puedan justificar.

La tarea que les espera a los nuevos ayuntamientos es compleja y no exenta de difíciles escollos a superar, pero en aras de la democracia renovada les deseo que acierten en sus políticas y consigan una sociedad más justa y equitativa.