LA RUEDA

Lispector, Padura, Sarmiento y Kundera

Si la lectura nos forma, el azar nos condiciona, porque llegamos a los libros aleatoriamente

RAMON FOLCH

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Verano: tiempo de leer novela. Sorprendentemente, buena parte de la obra de Clarice Lispector, difícil de encontrar en las ciudades europeas, estaba en el escaparate de aquella pequeña librería patagónica. Compré dos títulos traducidos al castellano: Agua viva y Búsqueda del corazón salvaje. Y también El hombre que amaba a los perros, novela histórica de Leonardo Padura sobre Liv Trotsky y su asesino, el barcelonés Ramon Mercader. En San Juan de la Frontera había comprado algunos relatos costumbristas de Domingo Faustino Sarmiento, en el museo de su casa natal.

Clarice Lispector fue una judía ucraniana afincada en Brasil desde muy pequeña. Su prosa intimista y difícil evidencia su atormentada relación con el lenguaje, instrumento y a la par barrera en la transmisión del sentimiento suscitado por la contemplación detallada de la realidad. Comparada a menudo con James Joyce, fue una de las grandes novelistas del siglo XX.

La obra del cubano Padura sobre Trotsky y Mercader también es una novela. O no. Más bien me parece un ensayo histórico. Mejor que ningún libro de historia, expone la tragedia trotskiana y la pesadilla estalinista, tal como Victus explica elocuentemente la epopeya catalana de 1714. Recuerdos de provincia es una fascinante autobiografía de Sarmiento, el pedagogo, militar y político que llegó a presidir la República Argentina a mediados del siglo XIX y a hacer de ella un avanzado Estado progresista.

Todos estos autores no tienen nada que ver entre sí. Pero el azar me los puso delante en el mismo viaje. Y también al checo Milan Kundera, la edición catalana de cuyo último libro, La fiesta de la insignificancia, compré en el aeropuerto de Barcelona. Si la lectura nos forma, el azar nos condiciona, porque llegamos a los libros aleatoriamente. Da que pensar, ¿no les parece?