Límite: cuatro días de huelga de estibadores

JESÚS RIVASÉS

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La danesa Maerks es la mayor compañía de transporte marítimo de mercancías del mundo, con más de 80.000 empleados y 600 barcos. En el 2016 ganó unos 700 millones de dólares, cifra muy por debajo de los 3.000 millones de beneficios del 2015. Quizá por eso, a finales de marzo, el presidente Michael Rasmunssen será sustituido por Jim Hegemann, mientras que el consejero delegado, Soven Skov, que seguirá en su puesto, anuncia  planes -separación del negocio en dos divisiones- para recuperar los resultados.

Algeciras es uno de los puertos europeos que Maerks utiliza en su transporte de contenedores. Lo emplea como puerto de "tránsito", es decir, un lugar en donde se descargan y almacenan contenedores procedentes de todas partes, para luego reubicarlos en otros barcos hasta su destino final. Algunos de ellos se quedan en España y siguen trayecto por carretera ferrocarril, pero no son la mayoría. El crecimiento espectacular de Algeciras hasta convertirse en uno de los grandes puertos de mercancías del Mediterráneo se explica por Maerks.

Los responsables de la compañía danesa, que estos días abre su página web con noticias de la "huelga en los puertos españoles", con referencia especial Algeciras y petición de disculpas a sus clientes, han sugerido que si al final hay una huelga de más de tres o cuatro días en el puerto andaluz pondrán en marcha planes para abandonarlo y trasladar su actividad al muy cercano -unas 35 millas- de Tanger Med, en donde ya operan desde hace tiempo. No lo dicen, pero si Maerks se va de Algeciras, no volverá.

En Madrid, después de que el Gobierno de Rajoy fracasara en la convalidación del decreto ley de reforma de la estiba, un diputado del PDECat explicaba que no lo habían apoyado porque "estamos cabreados con un Gobierno que todavía se cree que tiene mayoría absoluta". Algo parecido quizá pensarían los diputados de Ciudadanos, partido que llevaba en su programa electoral reformas como esta. En definitiva, los estibadores han servido para darle una patada en salva sea la parte al Gobierno y al tal vez inexperto ministro De la Serna.

El problema es que si no se encuentra una solución pronto, todo puede complicarse, porque el caso de Maerks es el más espectacular, pero no el único, y los propios estibadores, que se definen "de clase", "asamblearios" e "internacionalistas" en sus estatutos, también lo saben. Su líder Antolín Goya y su super-asesor, el exconsejero canario de Empleo Víctor Díaz son conscientes tanto de su fuerza como de los riesgos en su pelea por mantener sus condiciones de trabajo, con remuneraciones sorprendentes para algunos -en España la envidia todavía goza de buena salud-, pero al parecer lógicas para partidos como el de Pablo Iglesias que, sin embargo, está en contra de salarios similares en otras actividades.

Es la crónica de un dislate interminable al que una gran naviera internacional puede haber podido poner un límite: tres o cuatro días de huelga. Si rectificar es de sabios, alguien tendrá que hacerlo y pronto. O todos.