Ideas

Las plegarias de Capote

Creo que este verano voy a releer la última novela del escritor estadounidense

JORDI PUNTÍ

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Leyendo los artículos sobre literatura de Mordecai Richler (Broadsides), encuentro un retrato decadente de Truman Capote, de cuando era un alcohólico y nadie sabía si estaba escribiendo o no. Richler recuerda unas palabras del crítico Cyril Connolly, quien años antes decía que los americanos despreciaban a Capote y acabarían matándolo porque «no se adapta a ninguna de las categorías que toleran y refleja una imagen de sí mismos que les resulta inaceptable». Y seguramente tenía razón. En 1975, Esquire publicó La Côte Basque 1965, un capítulo de su anunciada Plegarias atendidas, y así el escritor tiró la primera palada de tierra sobre su tumba literaria. Capote llevaba ocho años trabajando en esta obra en clave, hecha de historias autobiográficas. La fama le precedía. En una entrevista televisiva, en 1971, bromeaba sobre sus dificultades para avanzar y decía que sería una «novela póstuma».

Cuando están bloqueados, algunos escritores creen que un poco de feedback les dará autoestima y será gasolina para la creación. Capote quizá creyó que diez años eran una distancia suficiente, temporal y mental, y en 1975 publicó el repaso novelado de sus relaciones sociales en 1965. El texto cayó como una bomba en la alta sociedad de Nueva York, que es la que él frecuentaba. Algunos nombres aparecían cambiados; otros no. La mayoría de amigos le dieron la espalda y él pronto entró en una vía de autodestrucción. En agosto de 1984, a punto de cumplir 60 años, Capote murió.

Hace años leí Plegarias atendidas y me gustó mucho. Sus textos tienen un punto de dispersión nerviosa, es cierto, pero a su vez contienen rastros del genio de Capote, que surge incluso en las peores condiciones creativas. En su ensayo, Richler recuerda unas palabras de Capote cuando tenía 21 años y hablaba de la necesidad imperiosa de escribir: «Tengo cosas por decir que aún no se han dicho, simplemente porque nadie más sabe lo que yo sé y de la forma en que lo sé». Eso es la literatura. Me parece que este verano voy a releer Plegarias atendidas.

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