Al contrataque
Las pilas de la tolerancia
Ya está bien de tanto dogma y tantísimo miedo a través de la religión
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Se me acaban las pilas de la tolerancia hacia los dioses y la religión. Sé que afirmarlo no es popular ni aparentemente progresista, pero cada uno de nosotros debe convivir esencialmente con uno mismo.
Sé que hay que invitar a la convivencia democrática a todos los creyentes no radicales de nuestra sociedad. Un elemental racionalismo nos aconseja abrir los brazos a las distintas confesiones para evitar que sean precipitadas hacia la intolerancia. Pero creo que la asignatura de Religión no debe darse en las escuelas y que las cuestiones espirituales deben dirimirse en su ámbito natural. Creo que si un alumno se forma en la catequesis del cristianismo, otro en la del islam y otro en la de la educación para la ciudadanía, les estamos alejando intelectualmente entre sí para siempre. No es una libre elección. Son las autoridades religiosas las que imponen el programa y el Estado se pliega a sus exigencias. Se me acaban las pilas.
Los que exigen tolerancia hacia sus creencias logran que el BOE publique que sin Dios no puede haber felicidad. Algunos de los que exigen tolerancia hacia sus creencias nos amenazan, someten a sus mujeres e incumplen nuestro ordenamiento jurídico. Además, las víctimas de sus guerras son principalmente los que creen en su mismo dios.
Se cuenta que un grupo de indígenas peruanos devolvieron una Biblia al papa Juan Pablo II diciéndole: «En cinco siglos no nos ha dado amor, ni paz, ni justicia. Por favor, tome su Biblia y devuélvala de nuevo a nuestros opresores, porque ellos necesitan más sus preceptos morales que nosotros».
Espiritualidad obscena
Son innegables la buena fe de muchos y la inmensa tarea asistencial de los religiosos. Pero es también innegable que se han usurpado los valores éticos preexistentes. Las cúpulas religiosas han patrimonializado la verdad y el bien mostrando la cara más obscena de la espiritualidad.
El filósofo Pirsig dijo: «Cuando una persona padece delirios, se le llama locura. Cuando muchas padecen un delirio, se le llama religión». Que cada confesión se aplique el cuento. Sobre todo aquellas en las que los intransigentes llevan siglos de retraso en la cuestión de los derechos humanos.
La paciencia no la tienen que tener ellos con el relativismo moral. La paciencia la tenemos los que, no siendo creyentes, sufrimos el sermoneo permanente. La paciencia la han tenido la filosofía y la razón contra el oscurantismo y la cerrazón. La paciencia la ha tenido el enciclopedismo contra el pastoreo de almas.
Einstein dijo: «Durante la etapa primitiva de la evolución espiritual del ser humano, la fantasía de los hombres creó dioses a su propia imagen». Ya está bien de tanto dogma y tantísimo miedo. Se me agotan las pilas y no me gusta nada.
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