Peccata minuta

'Las personas del verbo'

JOAN OLLÉ

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Una tarde del setenta y pico, Josep Parramon, compañero de teatro y universidad, me espetó, escandalizado: «¿Pero tú no conoces a Jaime Gil de Biedma?». Avergonzado, corrí a la librería y me hice con un ejemplar de 'Las personas del verbo', el libro que más he regalado a personas que, como yo, aún no conocían a Gil de Biedma.

Conocí a Jaime, a Don Jaime, a través del actor Josep Madern, su último compañero («No soy homosexual; soy homosentimental»). Coqueteó con el teatro y el cine: en 1973 fue coguionista con Juan Marsé de la película de Jaime Camino 'Mi profesora particular', protagonizada por Joan Manuel Serrat; en 1981 tradujo al castellano las canciones de 'La Nit de de Sant Joan', de Jaume Sisa. A él le cantaron Paco Ibáñez, Miguel Poveda, Sílvia Comes Lidia Pujol.Traté personalmente a Jaime, a Don Jaime, dos veces: la primera, cuando acudí a su despacho de la Compañía de Tabacos de Filipinas -hoy Hotel 1898- para pedirle permiso para llevar a escena algunos de sus poemas. Lo recuerdo todo de color caoba, y que al poco que él pulsara un timbre, aparecía un camarero de los de antes, con guantes blancos y una bandeja de alpaca con una botella de whisky, cubitera, dos vasos bajos y dos servilletas. Cuando le conté que había pensado en una actriz, se puso rotundo: sus versos debían ser dichos por hombres (y con la entonación de quien lee una carta comercial). Años más tarde, Pep Munné protagonizó un recital que creo que le hubiera gustado.

Guayabera y cubitera

Nuestro segundo encuentro tuvo lugar una tórrida tarde de verano en su apartamento de Maestro Pérez Cabrero (¿por qué, alcalde Trias, no rebautizar esta calle de la zona alta con el nombre del poeta barcelonés?). Jaime, Don Jaime, me recibió en guayabera, cubitera y más whisky. Aquella larga tarde aprendí mucho más que en toda mi inacabada carrera universitaria.

Su relación con la política fue imposible: ¿cómo podía un noble castellano, tío de Doña Esperanza Aguirre, militar en el marxismo sin fracasar en la rima? Una elegantísima caída en el nihilismo fue la solución. Alfonso Guerra le citaba continuamente; Jaime, Don Jaime, explicó que su verdadero orgullo poético no provenía de sus piropos ni de nadie, sino de haber oído en boca de la gente alguno de sus arriesgados giros sintácticos.

Y hoy resulta que aquello de que: «Ahora que de casi todo hace ya veinte años», del poema 'Canción de juventud', se queda corto para contar el cuarto de siglo desde su muerte. Le dijimos adiós en Collserola. Hace un mes y medio recurrí a sus palabras para despedirme de mi amigo Joan Barril: «Para nosotros el dolor es tierno. ¡Ay, el tiempo! Ya todo se comprende».