Las inversiones pendientes en Barcelona

Los nuevos compromisos arrancados por Colau pueden ahora reanimar viejos proyectos encallados

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Tras el sonoro y significativo plantón que el Ayuntamiento de Barcelona propinó el pasado julio a la ministra de Fomento en la inauguración de las obras del tren al aeropuerto de El Prat, ayer Ada Colau y Ana Pastor se reunieron por primera vez para tratar sobre las inversiones del Estado en Barcelona. La carpeta de reivindicaciones que la alcaldesa puso sobre la mesa reunía viejas cuestiones de infraestructuras tantas veces anunciadas desde el ministerio como frustrada ha sido luego su ejecución. El lento y trabajoso avance de grandes proyectos, como la propia conexión ferroviaria con el aeropuerto o a la macroestación de La Sagrera, han ocultado durante estos últimos años el vergonzoso retraso de obras mucho más humildes pero que afectan de forma directa a la calidad de vida de los barceloneses. Emblemático, por los tumultuosos problemas que acarrea, es el abandono de la red de Rodalies, cuyas inacabables averías trastocan periódicamente la actividad de miles de ciudadanos. El entorno deteriorado e inacabado de la estación de Sants o la de Sant Andreu Comtal, el tren de mercancías del puerto, así como la menguante aportación al transporte público de la ciudad, conforman la agenda encallada de reivindicaciones. Los nuevos compromisos arrancados ayer por Colau pueden volver ahora a reanimar algunos de esos proyectos, aunque el fin de la legislatura y los tacaños presupuestos aprobados deprisa y corriendo por el Gobierno no inviten aún a grandes esperanzas.