EDITORIAL

Las dificultades del referéndum

El concurso desierto para comprar urnas ilustra las dificultades para organizar una consulta unilateral y no pactada

Urnas preparadas para su distribución por los colegios electorales de Barcelona, este viernes.

Urnas preparadas para su distribución por los colegios electorales de Barcelona, este viernes. / periodico

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El camino hacia el referéndum que el Govern asegura que se celebrará el 1 de octubre ha sufrido una nueva traba al declararse desierto el concurso de la Generalitat para comprar las urnas. La razón oficial es que las dos empresas que optaban al contrato no reunían la solvencia exigida –el volumen de facturación en concreto— para cumplir el encargo. El representante de una de ellas, sin embargo, aduce que no presentaron toda la documentación necesaria porque observaron falta de garantías en el concurso, relativas a plazos de entrega y forma de pago. Este empresario alerta asimismo de lo apurado de los plazos para fabricar las 8.000 urnas al faltar solo tres meses para la consulta.

Ambas explicaciones, que pueden ser complementarias, ilustran de las dificultades con que se encuentra la organización de un referéndum unilateral y no pactado con el Gobierno. De todas formas, no deja de ser extraño que el Govern sea tan estricto con el concurso de las urnas cuando los dirigentes están dispuestos a incumplir la Constitución y la legalidad para llevar a cabo la consulta. Hoy mismo, el 'president' Puigdemont ha vuelto a repetir en el Parlament que se celebrará y que el 1-O habrá urnas. Cuando la oposición le preguntó sobre las garantías de la consulta, respondió que «las dará el pueblo de Catalunya» con su participación.

Pero, más allá de las frases retóricas, el verdadero problema del referéndum es la falta de garantías para que sea reconocido internacionalmente. Entre las exigencias figuran el censo legal y la existencia de una junta electoral que Catalunya no tiene por la inexistencia de una ley electoral propia. A falta de que el 4 de julio el Govern explique los detalles de la organización, el referéndum sigue adoleciendo de cobertura legal.

El respeto a la ley es condición necesaria para no romper la convivencia, como ha resaltado Felipe VI en su discurso de este miércoles en las Cortes trufado de alusiones a Catalunya. «Fuera de la ley, nos enseña la historia, solo hay arbitrariedad, imposición, inseguridad y, en último extremo, la negación misma de la libertad», dijo el Rey, quien también llamó a «encauzar los antagonismos y resolver los desacuerdos y las diferencias mediante el diálogo, mediante el debate». Ese diálogo, por la negativa del Gobierno y el empecinamiento del Govern, es el que precisamente no existe cuando es más necesario.