La gestión municipal de Barcelona

La herencia del alcalde Trias

El caso de Can Vies, la privatización de párkings y la conversión al secesionismo resumen su mandato

JOAQUIM COLL

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Mera gestión de una buena marca, disfrute de una administración saneada y eficiente, giro privatizador en algunas políticas y ausencia de liderazgo del alcalde (La Barcelona que Trias no lidera, EL PERIÓDICO, 25-03-2013). En efecto, a mitad de mandato ya se podía avanzar el cuadro general de la herencia de CiU al frente del ayuntamiento. Agotado el tiempo, vale la pena completar el balance, sin caer en el catastrofismo. Para ello es necesario no confundir la descripción sobre la desigualdad social creciente en la ciudad con las competencias de las políticas municipales. Desde la crítica es tentador atrincherarse en la denuncia de las injusticias en lugar de exigir un proyecto realista de ciudad que en parte remedie esas situaciones, cuya auténtica solución no está en manosde los municipios. Aun así, no es poco lo que un ayuntamiento como el de Barcelona puede hacer, y en gran medida ha hecho, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos desde 1979. Para ser rigurosos, lo adecuado es repasar lo que Trias prometió y ha cumplido o no. Ninguna de las propuestas anunciadas pomposamente por el alcalde o por el responsable de urbanismo, Antoni Vives, se está desarrollando o dispone de proyecto viable. El objetivo de conectar la ciudad con la montaña a través de las Portes de Collserola no ha pasado de un bonito libro con el detalle de los proyectos que en el 2011 se presentaron a concurso. Si a finales de los 80 Barcelona se abrió al mar, hoy sigue pendiente la simbiosis de la ciudad con ese extraordinario parque metropolitano que tiene a sus espaldas. El otro gran proyecto fue el anuncio de un nuevo barrio entre Montjuïc, la ronda del Litoral y el puerto en la zona del Morrot para 10.000 personas. Fue presentado a bombo y platillo por Trias en dos campañas electorales sucesivas, en el 2007 y el 2011, y al inicio de este mandato con bonitos vídeos. Pero recibió muchas críticas, porque vulneraba la ley de costas, suponía gran impacto paisajístico, obligaba a cambiar usos portuarios o presentaba enormes problemas de movilidad. Cuatro años después, se anuncia la compra de la estación de mercancías del Morrot para ampliar la ronda e instalar empresas productivas. Esperemos que ahora no quede en futurología propagandística.

Algunas de las obras estrella del mandato de Trias, como el derribo del anillo de Glòries o la cobertura de las vías en Sants, son proyectos consensuados anteriormente, cuyo intento de modificación rompiendo los acuerdos con los vecinos solo ha servido para atrasar su ejecución. En el paseo de Gràcia, las obras han supuesto una clara mejora general, pero han introducido un nuevo obstáculo para las personas invidentes con un peligroso carril de servicios al mismo nivel que la acera. Se trata de un lamentable paso atrás en la construcción de una ciudad accesible para todos. En el caso de la Diagonal se trata de un ejemplo de reforma incompleta y defectuosa, que satisface a los comerciantes con unas aceras más anchas pero que no está pensada para mejorar la movilidad y el transporte público. Es solo un carísimo parche estético que no afronta el reto de redefinir una avenida ahora aún más saturada. En este capítulo hay que añadir la red ortogonal de autobuses, que es una antigua buena idea, pero que no ha sido implementada con suficiente coherencia y determinación.

En el campo de la vivienda social la realidad demuestra que «el anuncio más ambicioso del mandato» de Trias, la construcción de 1.000 pisos, fue solo una astuta excusa para vender mediáticamente la privatización de los 26 párkings más rentables de la ciudad. Una moneda de cambio que además ha demostrado ser falsa, pues solo se ha construido la mitad de viviendas que en el mandato anterior sin que se hayan iniciado nuevos proyectos. Si analizamos otro campo de la política social, las guarderías, vemos que la promesa de dar «respuesta al 100% de la demanda con precios públicos» ha quedado en nada, pues no se ha establecido ningún convenio con el sector privado. Se ha pasado de criticar el modelo anterior, a incorporarlo a sus éxitos, aunque solo se hayan inaugurado tres nuevas guarderías.

A Trias le gusta llamarse socialdemócrata, pero no actúa como tal. En un momento tan duro, acumula un superávit presupuestario de 222 millones. Lo hace para esconder que está financiando la Generalitat a fondo perdido, cuya deuda no aspira a cobrar «hasta el día después de la independencia». Su mandato puede resumirse en tres puntos. El episodio de Can Vies ejemplifica que su acción política ha sido siempre reactiva. La ruinosa privatización de los párkings atestigua su debilidad con los poderosos. Y su sorprendente conversión al secesionismo, que es un simple peón de la de la agenda soberanista de Artur Mas.