Peccata minuta

La chispa de la Liga

JOAN OLLÉ

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He visto el famoso anuncio de Coca-Cola en el que un padre y su hijo de 12 años, ambos botella de refresco en mano, finalmente hablan: el chaval le confía a su enrollado progenitor que, traicionando la memoria futbolística familiar, ahora bebe los vientos por el Atlético de Madrid. La sorpresa del padre es mayúscula, pero dura poco, ya que al instante aparece una rubita preadolescente enfundada en una camiseta colchonera que invita al menor a jugar con ella. Todo se explica: las cosas del querer.

Y del vender, porque, como es sabido, para ser un triunfador no hay como arrimarse al buen árbol de los triunfadores, y ahora lo más es el Atleti, la chispa de la Liga. Pero los realizadores del espot debían ignorar que detrás de la tierna mirada y el ensortijado pelo del comprensivo padre se escondía el actor Gotzon Sánchez, quien, además de ser actor, defiende ideas aberzales y a favor de los presos de ETA. Se dijo que, a requerimiento de una asociación de víctimas del terrorismo, el vídeo dejó de emitirse; Coca-Cola niega la mayor y se solidariza con el intérprete. ¿Sinceridad o estrategia de márketing?

Vemos decenas, quizá centenares de personas al día que desde la televisión intentan vendernos una moto, un voto u otros artículos de broma. Muy recientemente, un señor barbudo intentó colocarnos el producto de que la superioridad cultural, como aquel popular coñac, es cosa de hombres. Y no lo han retirado de la programación, sino que, encima, los máximos mandatarios del país celebran sus ocurrencias. El señor barbudo no es una pasajera y burbujeante imagen de ficción, sino una terrible realidad de la que dependen nuestra realidad y nuestras futuras burbujas. Y no retiran el anuncio.

¿Por qué no apartaron a Messi del Barça cuando se supo que su familia había intentado defraudar a Hacienda? ¿Debemos temer al cirujano que nos va a cambiar el corazón por no compartir nuestras ideas políticas? ¿No compraría un independentista un coche de segunda mano a uno o una del PP si el vehículo estuviese a buen precio y en buen estado? ¿No tiene derecho al trabajo -y por tanto queda invitado a delinquir- alguien que, piense lo que piense, está en paz con la justicia? Nos disgustaría que en las próximas convocatorias de castings publicitarios se preguntase a las candidatas y candidatos si votaron y a quién votaron en las últimas elecciones, o se reclamase su ficha policial.

Aunque no sea socio del Atlético de Madrid voy a seguir bebiendo Coca-Cola, porque me gusta y sienta bien. Y procuraré no pensar, mientras la disfruto, que es uno de los más grandes símbolos del capitalismo, ni a quién votan o dejan de votar los trabajadores que la han envasado, almacenado, transportado y servido hasta llegar a mi vaso, con hielo y limón.