La cabeza de cerdo que voló sobre Figo

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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No todo el mundo recuerda por qué la gente, perdón, la 'gent blaugrana', perdón, los culés, están enfadados con el portugués Luis Figo. Y es comprensible, lo ocurrido sucedió hace ya 15 años, en el 2000.

El Real Madrid estaba en periodo electoral. Lorenzo Sanz, que estaba en camino de ganar la 'octava' Copa de Europa, se enfrentaba a Florentino Pérez, un poderoso desconocido en el mundo del fútbol, pero pillo como pocos. Como ninguno.

Florentino sabía que debía de presentarse a las elecciones con una carta y, aunque no desveló quien era su hombre, su galáctico, sí quiso asegurarse su aparición aunque eso significase comprometerse (y firmar un contrato) con Figo.

La estrella portuguesa ingresó en su cuenta 500 millones de pesetas comprometiéndose a dejar el Barça y vestir la camiseta blanca del Madrid si Pérez lograba la presidencia. La jugada del portugués tenía la posibilidad de salirle ‘gratis total’, es decir, de incrementar su ya suculenta cuenta bancaria con 500 millones de pesetas sin moverse de Barcelona, ya que nadie daba como ganador a Florentino. Pero Sanz, que, de pronto, se convirtió en el primer presidente del mundo que pierde unas elecciones tras ganar la Copa de Europa, dio paso a Florentino, que, de inmediato, le recordó a Figo que tenía que firmar por su club, a no ser que pagase los 5.000 millones de pesetas de penalización que candidato y jugador había estimulado en su 'pacto de traición'.

Dicen que Figo no quería irse, que no quería cumplir con el acuerdo, que le propuso a Florentino devolverle el adelante e, incluso, le pidió a Joan Gaspart, entonces máximo mandatario azulgrana, que le ayudase a pagar la penalización de 5.000 millones de pesetas. Y Gaspart, lógicamente, le dijo que el Barça no podía hacer eso. Y Florentino voló a Lisboa y forzó, bueno, es un decir, la firma definitiva del astro portugués, que, a partir de aquel momento, se convirtió en el jugador más blanco y madridista de la historia de la 'Casa Blanca'.

Eso sí, tras pagar Florentino los 10.000 millones de pesetas que costó Figo (fue un auténtico traspaso), Figo fue presentado en el Santiago Bernabéu en olor de multitudes, consumándose la traición, que provocó, entre muchos actos esperpénticos, el lanzamiento de la cabeza de cerdo al césped el primer día que Figo fue a lanzar un corner en el Camp Nou vestido de blanco, el odio al jugador por parte de la 'gent blaugrana'. Muchos recuerdan que cuando un periodista le preguntó, con un puntito, o un muchito, de sorna si era del Madrid, la estrella dijo escuetamente: "Yo soy portugués".

Ahora, cuando la 'gent blaugrana' (y el Barça) ha visto que la UEFA pretendía, nadie sabe por qué (bueno, sí, porque se ha debido de contagiar de la locura de la FIFA), que Figo vistiese, de nuevo, la camiseta blaugrana en un partido de veteranos previo a la gran final de Berlín, han rebrotado todos los odios hacia un personaje que ha pasado a la historia como un auténtico pesetero. Gran jugador, enorme futbolista, pero pesetero. Y traidor.

Digan lo que digan los demás, Figo se fue por dinero. Que está muy bien, que es muy licito, que forma parte de la lógica del fútbol, de la vida, del presente y del futuro de cada uno de nosotros, pero que, si eres honrado, no debes ocultar. Me regalaron 500 millones de pesetas, creí que no iba a ganar quien me lo dio y me vi obligado a cambiar de club porque no podía, ni quería, pagar la penalización de 5.000 millones de pesetas.

Luego volaron cabezas de cerdos sobre su cabeza y ya nunca más, ni siquiera 15 años después, los culés olvidarán aquella ofensa. Así se escribe la historia.