LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

El juego de Trump

El candidato republicano genera un desconcierto al mismo tiempo seductor y maléfico

El candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump.

El candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump. / periodico

JOSEP MARIA FONOLLERAS

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Llegué a dudar de si las declaraciones de Trump sobre el recuento de las elecciones formaban parte del guion de un chiste -como los que se hicieron en la cena patrocinada por la Iglesia católica, en Nueva York- o si realmente el candidato las había hecho en un entorno digamos más serio. Y no. Primero dijo - en el último debate televisado debate televisado- que aún no había pensado si aceptaría el resultado de las urnas y, después, en un mitin, sin bromear lo más mínimo, aseguró que solo estaría de acuerdo si el ganador era él.

Es aquí donde entendí dónde se concentra su atractivo. Que se me entienda bien: Trump es, sin duda, un personaje que es visto como un loco peligroso o como un milhombres sin cerebro. Lo es. No parece que haya ninguna duda. Pero este juego que establece entre la posibilidad de un desaguisado y la certeza de unos principios sagrados (o al revés) genera un desconcierto que es al mismo tiempo seductor y maléfico. ¿Cómo saber si se ríe de todo? ¿Cómo discernir los límites de las fronteras entre la ficción y la realidad?

Decir que no aceptarás el resultado si pierdes es un tontería tan descomunal que solo podría admitirse en un entorno de ocurrencias y de autoparodias. Lo dijo de verdad, sin embargo, con el entusiasmo de quien cuenta un chiste. Un juego siniestro, la mentira política llevada al paroxismo. Más allá del machismo y el racismo, es este -una especie de nihilismo de extrema derecha- el peor resumen de su ideario.