La rueda

En el PP no se juega con Catalunya

CARLOS ELORDI

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Alicia Sánchez-Camacho es voluntariosa y trabajadora, pero no una política de altura. Conquistó su cargo actual a base de aparecer sin descanso en las tertulias madrileñas y lo ha defendido con una tenacidad que no ha sido premiada por los sondeos. Ahora, acuciada por estos, ha metido la pata: o alguien la ha engañado, y eso en un político siempre es un fallo, o se ha creído sus propias ensoñaciones, lo cual es casi peor. En todo caso, pensar que, tal y como están las cosas, el PP de España iba a aceptar su propuesta de un sistema de financiación para Catalunya que suena a la que hasta hace poco hacían los nacionalistas, era una fantasía.

El rapapolvo que el lunes le dio el comité de dirección nacional del PP no augura un gran futuro político a Camacho. Ahora no le queda más remedio que plegar velas y eso no es un buen antecedente para alguien que aspira a encabezar la lista de su partido en las próximas elecciones. Y, lo que es peor, sea cual sea su suerte personal, esta no va a modificar un ápice la dinámica de la política catalana ni la de la española hacia Catalunya.

El PP no parece tener dudas sobre la disyuntiva que inocentemente ha planteado Camacho: prefiere perder plumas en Catalunya que soliviantar no solo a sus demás barones regionales, alguno de los cuales está con el agua electoral al cuello, sino asimismo a su electorado más seguro y también al que se ha alejado, pero que puede volver: la derecha sociológica y política española están porque el nacionalismo catalán muerda el polvo y no por reflexionar sobre terceras vías. En el horizonte no se atisba nada que pueda cambiar esa actitud. Rajoy solo espera que el frente catalán por el derecho a decidir se deshaga por sí solo y es una incógnita cómo tiene previsto afrontar la reacción de los catalanes al fracaso de esa opción.