¿Qué han hecho?

¿Qué ha hecho hasta ahora Mariano Rajoy para merecer ser presidente? Nada.

¿Qué ha hecho Pedro Sánchez para evitar una terceras elecciones? Nada.

¿Qué ha hecho Albert Rivera para desencallar  la investidura? Regalar una insuficiente abstención.

¿Qué ha hecho Pablo Iglesias para explorar una alternativa a Rajoy? Nada.

¿Qué ha hecho el PNV? Lo que le conviene (como siempre).

¿Qué ha hecho la antigua CDC? Nadie lo entiende.

¿Qué ha hecho ERC? Ir a la suya.

¿Qué ha hecho Ana Pastor? Ser fiel a su amigo y no al cargo que ostenta.

¿Qué hemos hecho para merecer esto? Exacto: nada.

Este artículo podría acabarse aquí con la previsión de que en algún momento Ciudadanos pasará de la abstención al sí y que este movimiento provocará en el PSOE tal temblor de piernas o ataque de responsabilidad (según quien lo explique) que acabarán facilitando la presidencia al PP. Pero sepan que esta predicción, como tantas otras, no es más que otra opinión basada en la pura especulación y, para que engañarnos, también en el hastío de ver cómo unos y otros (el primero, quien aspira a ser reelegido) pierden el tiempo. Ese mismo tiempo que, según nos insisten, se acaba y no por que nuestros representantes se hayan puesto de una vez las pilas sino por el miedo a las órdenes que puedan llegar de Bruselas.

Así que, si estos días lee a alguien que le explica cuándo se acabará este vodevil (y por el mismo precio le da la solución), malpiense. Lo más probable es que esté sugestionado por lo que le gustaría que pasase. Lo estamos viendo día tras día en determinados editoriales y titulares que son más fruto del deseo que de la realidad.

Por cierto, sea quien sea presidente, y se le elija cuando se le elija, que sepa que el ‘souflé’ catalán seguirá ahí y no bajará a base de resoluciones judiciales ni echando un poco más al monte a la antigua y a la nueva CDC. 

Los problemas políticos se resuelven en los parlamentos, no en los tribunales, como quedó demostrado tras la sentencia del Estatut. Habrá otra Diada, una cuestión de confianza que Carles Puigdemont solo superará si no levanta el pie del acelerador y (aunque hasta ahora solo es una desobediencia de boquilla y nadie sepa cómo se puede realizar un referéndum unilateral que no sea de ‘costellada’), el conflicto está vivo, aquí y allí.

Convertir a Carme Forcadell en una mártir del independentismo tampoco ayudará. Si son políticos, hagan política. Para desencallar la investidura y para intentar resolver el desafío que les plantea una parte nada desdeñable de la población catalana se necesita pensar y hablar (a poder ser en este orden) . Pensar solo en el interés propio o mirar hacia otro lado es una mala estrategia ya sea para presidir un partido, un país o la escalera de vecinos.