"Acércate Andrés, vente, ponte a mi lado"

Iniesta, en una sesión de recuperación en la ciudad deportiva del Barça junto a Juanjo Brau, fisioterapeuta del club.

Iniesta, en una sesión de recuperación en la ciudad deportiva del Barça junto a Juanjo Brau, fisioterapeuta del club. / periodico

DAVID TORRAS

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En los tiempos del Dream Team, cuando el balón iba y venía y no había manera de encontrar espacios, por más que Guardiola jugara a un toque y «dos piernas» como le repetía Johan, y Bakero lo retrasara, soportando la presión de los siseos del Camp Nou que entonces no entendía lo que con el tiempo ha aprendido, que en ese juego de posición un pase atrás no es una renuncia sino todo lo contrario y que a menudo sirve para avanzar más que una mala elección, y Koeman alzara la mirada buscando alguna diagonal, llegaba un momento en que todos sabían lo que iba a suceder.

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Toc, toc, toc, de izquierda a derecha y de derecha izquierda, toc, toc toc… Hasta que el sonido incansable de la pelota dejaba de oírse. Superado el tiempo de espera y la paciencia, casi siempre acababa en los pies de Laudrup. "Cuando estabas desesperado y ya no sabías que hacer se la dabas a Michael", suele decir Pep. "Cuando veía que no creábamos superioridad pensaba: bueno, prepárate, que ahora te la dan a ti", recuerda el danés.

Y, por supuesto, sabía lo que le tocaba. Romper por si solo, con un regate o un pase, lo que tanto costaba con la posesión. No era un plan alternativo; era parte del plan y una de las razones de que Cruyff le eligiera cuando en Italia iba cuesta abajo. Aquel Barça favorecía que Laudrup explotara esa calidad y Laudrup era una pieza vital para que el Barça jugara como jugaba.  

"En el campo me gusta tenerlo cerca, sobre todo, cuando el partido se pone raro, duro y áspero. Entonces le digo: ‘Acércate, vente, ponte a mi lado’". No es una voz del dream team. Ni habla de Laudrup. Entre aquella necesidad de buscar a Michael y esta confesión han pasado 25 años. La voz ahora es la de Messi, una de las muchas que aparecen en La jugada de mi vida, la biografía de Iniesta. «Él suele estar en un rincón del vestuario y yo en el otro. Nos cruzamos, nos reconocemos, nos juntamos. Con un mirada ya sabemos. No hace falta más», cuenta Leo con la admiración que le profesa todo el vestuario por lo que hace en el campo y por como se comporta fuera.  

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Dice Menotti que Iniesta es el mejor jugador del mundo, una sentencia que sonará a sacrilegio ante un Messi indiscutible. Pero quien quiera entenderlo, más allá de las comparaciones simplonas, sabrá de qué habla El Flaco. En tiempos de dudas, pelota a Iniesta. Nadie como él para dar al equipo la pausa que necesita, convertido en una especie de guardián de ese estilo que hace que, cuando necesita ayuda, Messi diga: «Acércate Andrés».

Como a Laudrup, a Iniesta siempre le acaba llegando el balón, y siempre con la sensación de que algo va a suceder. Nunca juega por jugar, y no hay nada como estar a su lado para sentirse seguro. Hace años, antes de un partido trascendental con la selección en el Mundial 2010, un compañero le dijo: «Cuando tenga la pelota te la daré a ti, pero a ti ni se te ocurra devolvérmela». Era una broma pero iba muy en serio.