El infierno

'Ahora soy un hombre libre'. Así titulaba Antonio Baquero su impresionante información sobre el musulmán catalán de 22 años que hace la yihad en Siria. Las palabras del joven nacido en Tánger y criado en Catalunya destilan odio hacia todo lo que dejó atrás. Los expertos hablan de desarraigo, de búsqueda desesperada de una identidad, de necesidad de formar parte de algo, de sentirse importante... Las razones, aunque sean sinrazones, pueden entenderse. Pero es inevitable reflexionar sobre el camino que le condujo hasta allí.

¿En qué momento empezó todo? ¿Cuántos años llevaba comprando el billete a la barbarie? Un gota a gota de soledad e insatisfacción. Un alejamiento que iba tomando distancia en cada negativa acumulada. Aquel 'no' pronunciado antes de mirar su currículo. El portazo al pretender entrar en un bar. Un moro de mierda escupido en los pasillos de la escuela… Un eterno día a día de comparaciones en las que él siempre, inalterablemente, salía perdiendo. Diferente, así se sentía. El infierno para un adolescente. De esa diferencia brotaba la ansiedad para tratar de retener a los amigos; la violencia física para responder a lo que él sentía como agresión; el deambular sin objetivo… Hasta que llegó el márketing negro del Estado Islámico. Por primera vez, él era el público objetivo de una campaña que prometía un grupo, un vehículo para canalizar su rabia y un ideal. Un paraíso irresistible.