La gestión de los servicios públicos

¿Incumbencia o competencias?

Aparecen problemas que ya no encuentran acomodo en estructuras pensadas para otra época

JOAN SUBIRATS

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Vamos viendo estallar problemas que no encuentran acomodo en los equilibrios institucionales y en las estructuras administrativas construidas y pensadas para otra época. Lo vemos en la organización de las esferas de gobierno en Europa, en España y en Catalunya. Pero lo vemos también, más de cerca y con efectos directos en nuestras vidas, en las escuelas, en los servicios sociales, en los ambulatorios y en los hospitales. Hace ya muchos años le oí decir al entonces alcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda, refiriéndose a las capacidades de los gobiernos locales para afrontar los problemas que una ciudad acumula y concentra, que «donde acaban mis competencias empiezan más incumbencias». Es evidente que el reequilibrio de poderes que se produjo al alcanzar la democracia siguió dejando en mala posición a los municipios para enfrentarse a momentos como los actuales. Pocas veces recordamos que los países nórdicos -a los que tanto aludimos frente a cualquier eventualidad negativa- acumulan bastante más de la mitad de los recursos públicos en manos de los municipios. Municipios que tienen encomendadas responsabilidades en sanidad, educación y servicios sociales. Son municipios más grandes, cierto. Pero eso no nos debería impedir acometer una mejora de la calidad y la capacidad de personalización de los servicios públicos en Catalunya , reforzando las capacidades territoriales y el establecimiento de protocolos y mecanismos que incentiven y faciliten la articulación de las políticas que más afectan la vida de la gente. De entrada, organizando de manera coherente los espacios territoriales y de gestión que cada conselleria utiliza, logrando que sea la misma en justicia, sanidad, servicios sociales o educación. ¿Tanto cuesta? ¿Hablamos de independencia y no podemos ni reorganizar lo que depende solo de nosotros mismos?

Cuando una persona se acerca a un servicio público, su problema no acostumbra a estar formateado para que se encuadre perfectamente en el diseño institucional que alguien ideó pensando más en las lógicas administrativas y competenciales que en la necesidad de resolución rápida y eficaz de lo que preocupa a un ciudadano concreto. En la propia universidad eso se vive cada día con más intensidad. Podríamos perfectamente firmar la frase que reza: «La sociedad tiene problemas, la universidad departamentos». Solo hace falta ver cómo cada vez más los programas de investigación que se plantean por ejemplo desde la UE insisten en hablar de problemas y no de disciplinas científicas. Ahora, la gran ocurrencia es combinar dos grados en uno, para favorecer la articulación de saberes, pero se sigue pensando más en términos de oferta (lo que decidimos y nos conviene a los profesores), que no en términos de demanda y de necesidad (lo que resultaría conveniente socialmente o esa trayectoria académica que cualquier alumno podría construir a partir de lo que cada universidad ofrece).

La famosa ventanilla única ventanilla únicade la que hemos oído hablar a menudo, acaba siendo un sitio donde te informan del próximo lugar al que tienes que acudir para tratar de resolver el asunto. Se habla cada vez más de trabajar en red, y se alude a la necesidad de entender y asumir las interdependencias entre servicios y competencias para afrontar problemas complejos, y se recuerda que trabajar en red no admite lógicas jerárquicas. Pero, en la práctica, lo que muchas veces vemos es que un profesional considera que trabajar en red es derivar un problema-persona a otro profesional, ya que cree que él o ella no pueden resolver por sí mismos el tema. Puede que sea de su incumbencia, pero, lástima, no de su competencia.

Estamos en pleno lío en el tema de la asistencia sociosanitaria. Cualquier especialista o cualquier observador atento de la realidad social catalana, sabe que el creciente envejecimiento de la población -la gran noticia de la mejora en la esperanza de vida- conlleva y conllevará un aumento significativo de personas con problemas crónicos. Y parece bastante claro que las estructuras sanitarias no son las más adecuadas para enfrentarse en solitario al tema, tanto desde el punto de vista de sus lógicas profesionales como de la estructura de servicios y de recursos de que disponen. El Govern ha puesto en marcha el Plan Interdepartamental de Atención en Interacción Social y Sanitaria. Es difícil no estar de acuerdo en la perspectiva conceptual y sustantiva del plan, ya que de cumplirse lo que pretende, la mejora estratégica del tema sociosanitario estaría asegurada. Pero, ¿qué ocurre con su implementación? Las competencias se cruzan con las incumbencias. Detrás de las competencias hay personas, intereses, miedos y expectativas. Detrás de las incumbencias, personas, problemas y necesidades. Ahora toca decidir.