Dos miradas

Humor negro

Estos días han circulado por las redes numerosas bromas tras la muerte de dos célebres millonarios

josep maria Fonalleras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La muerte reciente de dos personas extremadamente ricas, millonarias hasta decir basta, ha generado un montón de chistes, en la mejor tradición del humor negro. No es necesario reproducirlos, seguro que han leído muchos de ellos, sobre todo los que se han referido a Emilio Botín. En esta conspiración cómico-funeraria, Isidoro Álvarez ha pasado más desapercibido, quizá porque también era más discreto que Botín y porque, en la percepción popular, es diferente vender frigoríficos y primaveras que no expandir hipotecas por doquier.

Es interesante observar el fenómeno. Quien no ha hecho correr las bromas, las ha recibido y ha reído a costa de la desaparición de una persona a la que no conocía y que no odiaba más allá de la desafección difusa que genera el poderoso que ocupa con altivez un lugar preeminente y alejado, en la fortaleza de la riqueza más insultante. Quien esté libre de culpa que lance la primera piedra. ¿Por qué hemos actuado así? Porque no estamos tan lejos de nuestros medievales, que ya advirtieron, con la negrura de los trazos de una época indefensa ante el destino, que nadie se escapaba del final, de las cenizas y la nada. Nemini Parco, dice una bandera de la Dansa de la mort de Verges. No perdono a nadie. Estos días nos han permitido comprobar que los ricos también se van y que solo somos iguales a ellos (o superiores, ingenuamente superiores) en la venganza sarcástica de quien, por pobre que sea, aún está vivo. Y ríe.