La hora de Manuel Valls

El terremoto provocado por la renuncia de Hollande a presentarse abre la via a un primer ministro que provoca urticaria en el ala izquierda del Partido Socialista francés

Valls habla con Hollande, el 18 de noviembre del 2015, en una reunión de alcaldes franceses en París.

Valls habla con Hollande, el 18 de noviembre del 2015, en una reunión de alcaldes franceses en París.

JOSÉ A. SOROLLA

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El terremoto político provocado en Francia por la retirada de François Hollande no se debe solo a que es la primera vez en la Quinta República que un presidente en ejercicio renuncia a intentar la reelección. En una semana, dos presidentes, Hollande y Nicolas Sarkozy, desaparecen de la escena y un exprimer ministro destinado a prolongar el chiraquismo, Alain Juppé, tiene que conformarse con acabar sus días políticos como alcalde de Burdeos. Es toda una época, el posmitterrandismo y el poschiraquismo, que caduca, porque el candidato de la derecha, François Fillon, procedente del gaullismo social, abdicó de sus orígenes y se convirtió al liberalismo cuando se enfrentó, durante sus cinco años como primer ministro, a las resistencias y a las rigidices que impiden cambiar un país bloqueado.

Con su renuncia, Hollande ha vuelto a sorprender, igual que lo hizo al ganar la primaria socialista en el 2012 y al expulsar a Sarkozy de la presidencia. Cuando la mayoría pensaba que volvería a presentarse, para defender un balance discreto, pero no tan catastrófico como reflejan los sondeos, se ha impuesto su lucidez para hacerle entender que su figura era un obstáculo para unir a la izquierda. Pero es dudoso que su retirada impida la “dispersión” o el “estallido” de la izquierda, peligros que, como dijo en su discurso, quiere evitar. A la espera de que el primer ministro. Manuel Valls, anuncie su candidatura, se cuentan ya siete u ocho aspirantes en el Partido Socialista (PS) y una quincena en toda la izquierda.

Si Hollande dividía, Valls provoca urticaria en el ala izquierda del PS, cuyos representantes se lanzaron ya ayer a descalificarlo. A Valls le reprocharán que en numerosas cuestiones -laicidad, inmigración, economía, reforma laboral, lucha antiterrorista…- es más duro que Hollande y que ha traicionado a su mentor y ha contribuido a su renuncia. Así, lo más probable es que el candidato del PS se dirima en la primaria de enero en un duelo entre Valls y el exministro de Economía Arnaud Montebourg, que encarnan, respectivamente, las líneas liberal y proteccionista del socialismo francés.

CON EL 2022 EN MENTE

Pero aún quedarán los outsiders, como el otro exministro de Economía, Emmanuel Macron, el joven y brillante político de 38 años que, tras protagonizar el giro neoliberal de Hollande de enero del 2014, se presenta ahora como un hombre antisistema, superador de la división izquierda-derecha, él, que ha sido directivo de la Banca Rothschild en Francia. Fundador del movimiento En Marche!, cuyas siglas coinciden curiosamente con sus iniciales, Macron, que también ha traicionado a Hollande, puede sorprender a la manera de Donald Trump o hundirse en la indiferencia.

¿Servirá toda esta recomposición para evitar que la izquierda sea eliminada en la primera vuelta como en el 2002? Es difícil que Valls, pese a su determinación, pueda conseguir que la presidencia no la disputen Fillon y Marine Le Pen. Seguro que Valls va a intentarlo y, si no lo consigue, habrá hecho oposiciones para llegar al Elíseo en el 2022 -cuando Fillon haya fracasado-, que era su objetivo inicial en sus cálculos de meses atrás, trastocados por su ambición irrefrenable y su impaciencia.