Hay que escucharlos

El 15-M nos hizo notar que había cuajado en nuestra sociedad una indignación sana, acaso ingenua pero radicalmente democrática. Una ira colectiva que no responde solo, ni fundamentalmente, a los recortes sociales; es más bien una revuelta cívica --y por lo general pacífica-- contra la degradación moral del sistema en su conjunto: instituciones opacas, jerarcas codiciosos y partidos arrellanados en el inmovilismo. O, a lo sumo, interesados (una vez cada cuatro años) en que todo cambie para que todo siga igual.

El absolutismo del siglo XXI respondió a este fenómeno sociológico con el desdén reaccionario que lo caracteriza: primero despreció su poder de movilización; luego tachó a los indignados de «antipolíticos»; a renglón seguido, llamó a disolverlos por la fuerza, y al fin, cuando la represión surtió el efecto contrario al deseado, criminalizó al conjunto del movimiento por la conducta, ciertamente execrable, de una minoría violenta ante el Parlament.

Cinco meses después, la indignación se ha extendido como una mancha de aceite por todo el mundo, y en España se revigoriza con vistas a la campaña electoral del 20-N. Ayer, 15-O, los indignados se echaron a la calle en 60 ciudades españolas, casi un millar en el planeta. ¿Qué agudos observadores diagnosticaron que era una fiebre pasajera?

Cada vez más, los ciudadanos se sienten traicionados. Por el capitalismo salvaje, amante del pelotazo y enemigo de un crecimiento sostenido y equitativo. Por la banca, que con ellos pecó invitándoles a la orgía del crédito barato, pero ahora goza de bula (ayudas públicas) mientras sus clientes sufren la penitencia del desahucio. Y por sus gobernantes, que les mintieron al fingir que estaban en condiciones de gobernarlos.

El reto de 'Entre todos'

Ayudar a suturar esa brecha entre electores y elegidos es el reto que ha asumido EL PERIÓDICO al promover varios debates transversales sobre la reforma electoral. Los ciudadanos piden a los políticos que les escuchen. El programaEntre todos, apuesta de futuro de este diario, es nuestra manera de decirles que somos todo oídos. Nosotros, sí.