Hay plagios admirables

RAMÓN DE ESPAÑA

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Que la canción Blurred lines mostraba ciertos puntos de contacto con un viejo tema de Marvin Gaye era un secreto a voces desde que se convirtió en el gran exitazo de 2013. Pero a todos nos dio lo mismo porque el resultado era espectacular y el videoclip, que nos permitió descubrir a la adorable Emily Ratajkowski prácticamente desnuda, una obra maestra del machismo irónico a lo Rat Pack: junto a Robin Thicke, Pharrell Williams y T.I., allí solo faltaba Pitbull para alcanzar la ansiada perfección. Lamentablemente, los herederos de Marvin Gaye no mostraron la misma tolerancia que el resto de Occidente y llevaron a juicio por plagio a los señores Thicke y Williams, que ahora van a tener que aforar cerca de 7 millones de dólares porque lo han perdido.

No es la primera vez que ocurre algo así ni será la última. Y tampoco hace falta que el plagio sea tan evidente como el de George Harrison y su My sweet lord, que era una versión acelerada de un tema de los 60 llamado He's so fine. Lo pudo comprobar Thom Yorke, líder de Radiohead, cuando Albert Hammond lo llevó a juicio -y lo ganó- porque, según él, Creep era un plagio de su canción The air that I breathe, popularizada por los Hollies en 1974. Yo creo que el único parecido entre el glorioso himno al autodesprecio de Yorke y el lírico homenaje al amor verdadero de Hammond es una estructura in crescendo común a muchos otros temas, pero el juez dictaminó plagio. Adoro ambas canciones, pero a día de hoy sigo sin ver ese plagio por ninguna parte.

Puede que en vez de oído tenga orejas, pero creo que muchos de esos  plagios se deben al sistema Dylan de composición. Según propia confesión, Bob Dylan se obsesiona con una canción ajena y se pasa el día canturreándola mentalmente -por eso se le ve ausente en casi todas las fotos-, hasta que, pasado un tiempo, ha cambiado la letra, ha introducido nuevos acordes y ha fabricado un tema nuevo. No sé si eso es lo que les ocurrió a Robin Thicke y Pharrell Williams, o si se cebaron con el difunto Marvin Gaye, pero teniendo en cuenta el poderío de Blurred lines, creo que la justicia podría haberse mostrado más clemente con ellos, francamente.