Editorial

Han pasado 100 días, quedan 34

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Hoy se cumplen 100 días de que España tiene un Gobierno en funciones y quedan 34 para que, si nadie lo arregla, siga así hasta septiembre, en el supuesto de que unas nuevas elecciones cambien algo. Cien días, el periodo de interinidad más largo en estos 40 años, en que a España se le acumulan los problemas o se le pasan las oportunidades. La dramática crisis de los refugiados nos ha cogido de oyentes; Obama ha abierto una nueva era en Cuba y España deja que otros se adelanten; la Comisión Europea amenaza con sanciones por incumplimiento del déficit y pide un recorte de, al menos, 8.000 millones, y De Guindos (en funciones y más cerca de la privada) tiene que presentar en Bruselas un plan de estabilidad que apunta otra vez a las autonomías y compromete al futuro Gobierno; Catalunya sigue en el limbo, sin que se despeje sí se impondrá la sensatez del diálogo o se mantendrá el inmovilismo disfrazado de firmeza. El mundo va muy deprisa, pero España ha pedido tiempo muerto, en especial esta Semana Santa de descanso absoluto.

¿Podrán reconducirse las cosas este mes de abril? Posiblemente no lo saben siquiera los protagonistas. La lógica indica que, si nadie está interesado en repetir elecciones y todos temen que las urnas no modifiquen la relación de fuerzas, el acuerdo debería llegar antes del 2 de mayo. El vértigo de la fecha límite debería estimular pasos más valientes. Hasta ahora hemos asistido a movimientos bastante previsibles, el más destacado de los cuales ha sido el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, que por sí solo nada ha resuelto. Con Rajoy bloqueando cualquier recambio en el PP; Sánchez, pendiente de su futuro doméstico inmediato; Iglesias y Errejón dirimiendo qué tipo de partido organizan y Rivera sin problemas internos, pero con la duda de si perder la equidistancia le pasará factura, los protagonistas no aciertan con qué carta quedarse. Mañana está prevista la primera reunión de calado tras el acuerdo entre PSOE y C's. Sánchez e Iglesias abren el baile de esta segunda ronda. Han tenido tiempo para pensar sobre lo que pueden ofrecer a los españoles, aun con sus problemas internos, y Rajoy ha de reflexionar si es la solución que nadie ve o el problema que muchos señalan. En fin, alguien debería ser valiente porque España no puede permitirse estar así hasta septiembre.