Dos miradas

Gustar demasiado

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Albert Serra ha triunfado en Cannes. No ha ganado ningún premio (no participaba en la sección oficial), pero ha recibido críticas extraordinarias. Muchos han calificado 'La muerte de Luis XIV' como una obra maestra, «deudora del cine de los orígenes», como dicen en ARTE, «del que extrae la belleza, la profundidad y la sensualidad». También piensan igual en 'Libération': «Es una película que no es solo majestuosa, grandiosa, astral o soberana. Es mucho más que todo eso».

Aquel Serra que se había caracterizado por unos desarrollos lentos, por una parsimonia fría, por un combate exhaustivo contra el espectador acostumbrado a la acción trepidante, aquel Serra que iba en contra de la norma y que se convertía en genio porque él mismo se calificaba así, consigue ahora, al parecer, además del reconocimiento intelectual que ya tenía, un acceso al gran público.

Misterios del arte. 'La muerte de Luis XIV' abandona el minimalismo (para algunos exasperante) de sus primeros filmes y se adentra en una reconstrucción barroca (e histórica) que no deja de lado ni la lentitud, ni la repetición, ni la filigrana del estilo. El misterio es que puede llegar a ser una película de éxito. Preguntado por este «peligro», Serra ha dicho: «No es que me preocupe que tenga éxito comercial y que guste a mucha gente; es que entonces sé que es mala». Es un mal síntoma que guste a la gente normal. Si gusta demasiado, el arte es mediocre. Albert Serra en estado puro.