Grecia: ¡Es la democracia, estúpidos!

Fervor para recibir a Tsipras.

Fervor para recibir a Tsipras. / NB

CARLES CAMPUZANO

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Que Syriza gane las elecciones en Grecia difícilmente nos puede sorprender. Lo que hubiera sido realmente extraño, después de años de un colosal ajuste fiscal y de un crecimiento económico anémico que han tenido como consecuencia el incremento de la pobreza, la miseria y las desigualdades, hubiera sido que los griegos asumieran continuar por la misma atajo.

Es cierto que no se puede discutir los graves problemas de la economía y la sociedad griegas, con grandes dosis de corrupción clientelismo, falta de competitividad y productividad de los aparatos productivos, imposibilidad de acudir a los mercados para financiar su endeudamiento que son previos al actual desastre y que pedía reformas y un ajuste de las cuentas públicas... Pero la concreción de esta política, con el diseño que finalmente impusieron la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, ha sido para la inmensa mayoría de los griegos un extraordinario desastre.

Desde las rebajas a los pensionistas (en 2011, la rebaja fue de un 20% para los pensiones de más de 1200 euros y de un 18% para las superaban los 850 euros y en 2014 se aprobaron nuevas rebajas para las pensiones de más 1.300) hasta el desguace del sistema público de salud, con tres millones de personas sin cobertura sanitaria, una reducción del gasto del 25%, cierre de la red publica de atención primaria y desabastecimiento de medicamentos pasando por la enorme tasa de paro del 25%, que antes de la crisis era del 7%, el incremento de la presión fiscal y una tasa de pobreza superior al 35%... un panorama desolador que los partidos que aplicaron las políticas reclamadas por la denominada troika acaban pagando.

Responsabilizar a los ciudadanos griegos de este desastre tiene un punto de inmoral. Sobre todo cuando los errores de la Comisión Europea, el Banco Central y el FMI en el programa a aplicar en Grecia han sido considerables; la deuda griega ha crecido, pero la economía griega no crece y el paro sigue siendo insoportable. Las condiciones que se han impuesto a los gobernantes griegos para recibir la financiación de los organismos internacionales no han ayudado a los griegos a mejorar su vida sino todo lo contrario.

Pero, además, tenemos que añadir a todo ello, la humillación que impone una intervención liderada por la burocracia de los organismos internacionales, sin ningún tipo de sensibilidad para los más débiles y cargada de dogmatismo ideológico y prejuicios culturales. Es normal pues que una respuesta política que hace hincapié en el respeto a los griegos, la defensa de la soberanía nacional y la necesidad del sentido de justicia y equidad en las políticas de recuperación económica sea caballo ganador.

Y es que en última instancia lo que han despreciado los responsables de la Comisión, el Banco y el Fondo es la democracia. Un programa de ajuste percibido como impuesto e injusto, que sólo ofrece penurias y sacrificios, sin un horizonte esperanzador para la mayoría difícilmente puede obtener la confianza en unas elecciones.

El malestar lo recoge Syriza, pero no sólo Syriza; desde el centro-izquierda, con vocación reformista y europeísta y haciendo síntesis entre el liberalismo y la socialdemocracia tenemos To Potami; y como máxima expresión del miedo y el resentimiento acumulado durante estos años la horrible expresión de Alba Dorada.

En cualquier caso, la enmienda a la totalidad a la política practicada hasta ahora ganará.

Deberíamos recordar a los burócratas de Bruselas, Frankfort y Washington que "es la democracia, estúpidos!".

Post publicado en el blog de Carles Campuzano

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