OPINIÓN

Gracias señor Dennis, muchas gracias

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Todo el mundo dice que es un estirado, un soberbio, muy altivo, un caballero inglés al que le gusta hablar poco y mostrar, en exceso, su poder, autoridad y convicciones. Por no hablar de las muchas manías que se le atribuyen. Sobre todo en cuanto a porte, limpieza y comportamiento de todos sus empleados en su lujosísima e impoluta empresa McLaren.

Es verdad que el británico Ron Dennis es, sin duda, uno de los prototipos de ese mundillo tan especial, tan exclusivo, dirían ellos, tan suyo, tan alejados de nuestras vidas cotidianas como están y tan dados a creerse superiores al resto de los humanos. Pero no es menos cierto que Dennis es uno de los que ha contribuido, con esa personalidad, sí, y su habilidad, a convertir la escudería McLaren en uno de los buques insignias de este gran deporte-negocio que es la F-1.

No resulta pues extraño que haya sido el magnate quien haya dado la cara, por fin, por Fernando Alonso después de cuatro días de silencio, después de cuatro jornadas de incertidumbre en las que no ha habido ¡ni un solo parte médico!, después de 96 horas de dudas en las que todos pudimos construir cualquier rumor, mentira o disparate, entre otras razones porque quienes tenían que abortarlos, desmentirlos o ponerles freno no lo hicieron.

Alonso se estrelló y todo se disparó. Y aunque su mánager, Luis García Abad, habló con los medios, lo cierto es que, graciosa o tristemente, sembró de dudas el ambiente al referirse, casi siempre en broma, a su situación con frases sobre las horas que iba a pasar en el Hospital General de Catalunya ("esto no es un yogur, no sabemos si pasaran 24 o 48 horas") y también sobre lo que realmente ocurrió: "He oído que hasta pudo tratarse de un ataque de extraterrestres".

Por fin esta misma mañana, una vez que Alonso, que no quiso hablar a la salida del centro hospitalario, está ya reposando y recuperándose en su casa de Oviedo, es cuando hemos oído a Dennis decir que su piloto estrella, el bicampeón asturiano, está bien y que no tienen ninguna lesión grave y que, por supuesto, no sufrió descarga eléctrica alguna mientras pilotaba ni tampoco se desmayó. Por fin, insisto, alguien habla en serio de lo que ocurrió. Y habrá que creerle. Y agradecérselo.