Geología

Imagínese, si no es ya el caso, que tiene la suerte de ser padre o madre. Y que además su hijo o hija tiene la suerte de nacer con salud. Y que además tiene la suerte de que nace con sensibilidad y capacidad para amar. Ilusiona, ¿no? Pongamos que además descubre que ama a los de su mismo sexo. No va a dejar de amarlo o amarla por eso, ni de estar a su lado. ¡Qué tontería! Tal vez sus prejuicios o los del entorno hagan que, en un primer momento, tenga que asimilar la noticia, pero estamos hablando de su hijo o hija, que seguro que es una delicia. Y esto no es ni Rusia ni tantos otros países donde nadie educa contra el odio.

Usted ya sabe que el mundo es cruel con la diferencia y las minorías pero, como digo, seguro que cree que a estas alturas de siglo XXI y en este rincón del mundo, la homosexualidad aquí ya no es socialmente tan traumática, ¿verdad?

A través de Twitter circuló un fragmento de un libro de texto de tercero de ESO, 'Biología y Geología. Vida y Salud'. Sirve como material de enseñanza en escuelas como Madre Josefa Campos de Alaquás (Valencia). Imagínese que su hijo o hija con 14 años tiene que estudiar esto para aprobar: «Estudios científicos ponen de manifiesto que la homosexualidad y la heterosexualidad no son equiparables desde el punto de vista de la salud. Esto se debe a la propia naturaleza de la relación homosexual, que supone asumir un mayor riesgo y suele asociarse con multiplicidad de parejas». O esta otra frase, «la heterosexualidad, en el contexto de un compromiso estable y protegido por el amor y la fidelidad mutua, es el modelo más saludable de sexualidad. Es también el entorno más óptimo para la educación de los hijos, donde aprenden a amar y por naturaleza, son amados».

Acto individual y colectivo

El libro, como he dicho, se titula 'Biología y Geología', y realmente de eso va. De cómo convertir los corazones de algunos en piedras. El de ese niño de 14 años debe ser a estas alturas una roca. Tal vez, más adelante el libro también cuente cómo se rompen las rocas en el desierto de la incomprensión. Desconozco las hazañas y los méritos de la Madre Josefa Campos ni de los que en su nombre imparten clase con libros como este, pero sigo prefiriendo algunos de los guiños del papa Francisco, y, cómo no, a sor Lucía Caram, con quien colaboraré en una campaña del FC Barcelona en contra de la homofobia.

Lo dije en la presentación del vídeo 'Juguem en equip. Celebrem el respecte' y lo repito: este gesto supone un abrazo cálido para quienes siguen sufriendo hostilidad injustamente. Es un paso. Solo uno más, pero hecho desde una institución como el Barça que hará de ariete para que otras resistencias venzan y entendamos, de una vez, que amar es un acto individual y colectivo que merece el máximo respeto y aprobación. ¿Cómo va a ser un problema amar? En cambio el odio, siempre lo es.