La rueda

La gente no cree en nada

Carlos Elordi

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Faltando tanto tiempo para las elecciones generales, y nada indica que vayan a adelantarse, las intenciones de voto que recogen las encuestas no tienen demasiado interés: menos aún cuando no registran distancias sustanciales entre los dos grandes partidos. Más relevantes son otros datos de esos mismos sondeos. Uno de ellos es el aumento del número de encuestados que dicen que no van a votar. En las últimas encuestas, hasta el 11 % proclaman su voluntad de abstenerse, varias veces más de lo habitual en el pasado. Y es posible que ese colectivo tienda a agrandarse. Otra cosa será lo que ocurra el día de las votaciones. En todo caso, no está ni mucho menos claro que los aspirantes a la abstención sean mayoritariamente de izquierda.

Un dato no menos inquietante, e incontrovertible por su contundencia, es el de la valoración de los líderes políticos que hacen los encuestados: en el caso de los del PSOE y del PP, ninguno de ellos logra el aprobado entre sus propios electorados. Cerca del 55 % de los votantes de uno y otro rechazan la gestión deZapateroy deRajoy. En la historia de nuestra democracia no hay precedentes, ni de lejos, de un desapego tan alto. La gente o, al menos, mucha gente, no cree en sus líderes y en el horizonte no se atisba indicio alguno de que eso vaya a cambiar.

Una información de esta semana da otra dimensión del malestar público: la tasa de ahorro se ha duplicado en solo un año y alcanza niveles japoneses. Aparte del daño que eso hace al consumo, en cuyo crecimiento se basa cualquier fórmula para salir de la crisis, el dato confirma la desconfianza muy generalizada de los españoles en el futuro económico. Máxime cuando la mayoría de la gente –hasta un 58 % de los encuestados porEl País– asegura que su situación económica personal no es mala. Como no podía ser de otra manera, porque, miedos aparte, las dificultades y el paro, siendo enormes, solo afectan a una parte de la población.

Si la gente no cree en los líderes ni en las posibilidades del país ni tampoco en los empresarios –y menos tras conocer la pensión deJosé Ignacio Goirigolzarri–, ¿en qué cree la gente? Posiblemente en nada. Y eso es lo peor de todo.