APUNTES

Frustrados, indignados y angustiados

JOSEP MARIA POU

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Con el verano encima y la canícula amenazando, se me ocurren mil y mil argumentos para llenar esta columna de hoy.

Por ejemplo, analizar el comportamiento de tantos conciertos de verano por toda Catalunya, con resultados muy desiguales, según me dicen. (Algunos de auténtica ruina: aforos que han tenido que llenarse a base de invitaciones a granel hasta conseguir la ocupación mínima necesaria para no dañar la autoestima del artista).

O, por ejemplo, asombrarme y asombrarles con las miles de representaciones de Shakespeare que estos días aparecen por plazas y parques de todo el mundo, como si la noche al fresco y el cielo con estrellas ayudaran a digerir el dolor de frases como puños: «Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Cómo los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños».

O, por ejemplo, recordar el nacimiento de Dagoll Dagom en 1974 (¡40 años ya, felicidades!) con el estreno de Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, un título que sirve tanto para lo que se veía entonces como para lo que estamos viendo ahora, lo cual es terrible.

Pero decido aparcar estos temas para hacerme eco de la carta que esta semana han hecho llegar al presidente del Gobierno la Unión de Empresarios de la Industria Cultural Española. ¿Por qué? Porque el tema, como se dice en la carta, nos mantiene «frustrados, indignados y angustiados», y porque (Shakespeare, de nuevo): «Fuertes razones, hacen fuertes acciones».

En la carta se recuerda que la subida del IVA que grava el consumo cultural al tipo general vigente en España (21%) ha tenido efectos dramáticos: una pérdida constante de público, una drástica disminución de la capacidad de producir que se traduce en elevadas cifras de paro y precarización laboral y una pérdida, difícilmente recuperable, de tejido empresarial en sectores culturales como el cine, el teatro y la música. De todo ello se deduce la nula eficacia de una medida tan absurda como involucionista. Y se pide, una vez más, revertir esa situación, reinstaurando el tipo de IVA reducido, como sucede en el resto de países europeos igualmente comprometidos, como nosotros, en la reducción del déficit público, como es el caso de Grecia con un 9%, Portugal con un 13% o Francia con un 5%.

A lo que yo añado de mi cosecha, volviendo a Shakespeare y dirigiéndome al presidente: «Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante, pero usar de ella como un gigante es propio de un tirano».