LA CLAVE

¿Firmas en lugar de votos el 9-N?

El soberanismo debate promover una recogida de firmas en favor del derecho a decidir como la de Rajoy contra el Estatut

ENRIC HERNÀNDEZ

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Realidad y ficción cohabitan hoy, con más fuerza que nunca, en la convulsa política catalana. Real es la pretensión del bloque soberanista de apurar todas opciones para que la anunciada consulta se celebre el 9 de noviembre. Pero esa voluntad verdadera enmascara la fingida convicción de que, en efecto, el 9-N habrá urnaspapeletas y colas en los colegios electorales. Todos saben que no habrá tal, pero nadie lo reconoce en público para no ser tachado de traidor a la causa. 

Artur Mas y los suyos trabajan ya por el 'Partido del President', una coalición electoral encabezada por este e integrada por CDCEsquerra y personalidades del independentismo civil, cultural o deportivo. Si Oriol Junqueras hubiera aceptado ya el 'plan B' del 'president', ninguno de los pasos acordados para reactivar la campaña del 9-N, en abierto desafío al Estado, se hubieran producido. Al tiempo que arrincona al líder de ERC bordeando desde la Generalitat la desobediencia institucional, Mas saca lustre a su pátina independentista, por si al final las calabazas republicanas le acaban obligando a concurrir en solitario a las elecciones anticipadas de este invierno.

La recolecta de Rajoy

En pocos días, otra cumbre soberanista oficializará lo evidente: que no se dan las condiciones para celebrar una consulta con garantías democráticas. Ya está abierto el debate sobre cómo el 9-N se solemnizará ante el mundo que España no permite votar a los catalanes. Los más osados abogan por que la ANC organice una pseudoconsulta, más testimonial que efectiva. Pero otros barruntan alternativas más inteligentes que no banalicen el democrático tótem de la consulta.

Estos últimos recuerdan que en el 2006 el PP de Mariano Rajoy recogió por toda España cuatro millones de firmas en favor de una propuesta divisora e inconstitucional: que todos los españoles, y no solo los catalanes, votaran en referéndum el nuevo Estatut. Nada impediría, pues, que partidos y entidades civiles hicieran lo propio para contabilizar a los catalanes que quieren ejercer legalmente el derecho a decidir, culminando el 9-N con una imagen tan democrática y cívica como las últimas 'diades'.