NÓMADAS Y VIAJANTES

Ficciones sobre Palestina

RAMÓN LOBO

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Vivimos instalados en la ficción desde que Binyamín Netanyahu regresó al poder como primer ministro de Israel en el 2009. La primera es el proceso de paz: ¿por qué no reconocer que está muerto? Los dirigentes de EEUU y de la UE se empeñan en publicitar sus esfuerzos para impulsar (unas supuestas) conversaciones que pongan en marcha un proceso de paz inexistente en el que nadie cree. Cuando sería necesaria una nueva conferencia de Madrid, nos empeñamos en apuntalar una mentira. Mientras que se airea para simular que se hace algo, Netanyahu acelera la construcción de viviendas para colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, que son territorios ocupados según la legalidad internacional emanada de las resoluciones del Consejo de Seguridad.

Mientras que Occidente repite otra ficción, la de los dos estados, Israel, no importa qué Gobierno, transforma Cisjordania en un queso gruyere, en un mapa salpicado de colonias, carreteras solo para judíos y zonas militares que dejan al futuro Estado palestino en una broma de Monty Python. En el mejor de los casos sería un Estado sin unidad territorial, sin Ejército, sin control de sus fronteras, sin aeropuerto, sin Estado. Parecería más un batustán del 'apartheid' sudafricano que una muestra de inteligencia para resolver un problema de casi 70 años.

Netanyahu ha ganado de forma inesperada y aplastante impulsado por un discurso duro de última hora, casi racista pues ha insultado a los palestinos israelís que tienen derecho de voto como ciudadanos de Israel, y por su promesa de que bajo su mandato nunca habrá dos estados. El Netanyahu ganador se permite ahora el lujo de matizarse a sí mismo, decir que lo de los dos estados sigue adelante ante la amenaza de Obama de castigarle en la ONU. Pero también ha dicho que hay una nueva realidad sobre el terreno. Es decir, volvemos a las ficciones.

La comunidad internacional se ha sentado durante años delante de Netanyahu, quien practica con maestría el trilerismo. Allí están todos, ONU, EEUU, Rusia y UE, el llamado Cuarteto, los garantes de la moralidad internacional, tratando de averiguar en qué cubilete está la maldita bolita sin que nadie caiga en lo esencial: que el juego es ilegal y que habría que aplicar la ley a quien lo practica.

La promesa de ni un paso atrás de Netanyahu arrastró el voto de la extrema derecha y de los colonos, que ya cerca de 500.000 entre Cisjordania y Jerusalén Este. Cuando el primer ministro rechaza los dos estados es que está pensando en uno solo: en anexionarse el 60% de Cisjordania, como le exigen sus aliados ultraconservadores. ¿Aceptaría en él a dos millones y medio de palestinos o lo prefiere vacío?

TIANANMEN

La respuesta podría estar en 1989, antes del arranque de la conferencia de paz de Madrid. Aquel año, una joven promesa del Likud, Binyamín Netanyahu, pronunció una conferencia en la Universidad de Bar-Ilan, centro ideológico del nacionalismo religioso judío. Dijo que Israel debería aprovecharse de la represión en la plaza de Tiananmen, de que la atención mundial estaba en China, para expulsar en masa a los palestinos. Se refería a los de Cisjordania y Gaza. ¿Incluía también a los 1,6 millones de palestinos que tienen nacionalidad israelí, los que no huyeron en 1948 y a sus descendientes? Sin palestinos el Estado sionista sería una realidad eterna, una democracia teocrática, como Irán, el gran enemigo. El diario israelí 'Haaretz' ha advertido de que Israel se encamina hacia un Estado racista.

Se puede argumentar que aquel alegato de 1989 fue un exceso de juventud, con el que no estaba de acuerdo ni Yitzhak Shamir, un duro entre los duros. En octubre del 2014, Netanyahu regresó a Bar-Ilan para decir que los palestinos eran los herederos de los nazis, vinculándolos con la muerte de 4.000 niños judíos en Europa durante el nazismo, una acusación lanzada por algún seudohistoriador y de la que no existen pruebas. Netanyahu aseguró que si Israel quiere la paz deberá remover el tumor del antisemitismo de los palestinos (una palabra ocupada porque también son semitas). ¿Sigue esta idea en su cabeza? ¿Es este su verdadero plan?

Una última ficción es hablar de la Autoridad Nacional Palestina cuando no es autoridad, ni es nacional y hay serias dudas sobre si es palestina. Parece un grupo de dirigentes más preocupados en cobrar de las subvenciones internacionales que en defender a su pueblo. EEUU y la UE tienen la llave: el dinero, ellos son los que financian el juego. Napoleón dijo: «La mano que da está por encima de la mano que recibe». Ya es hora de que se note: quien paga, manda.