Félix y Catalina

El colectivo Pere Quart es un grupo de profesores de secundaria y de universidad que hace unos meses lanzó un manifiesto a favor de la literatura en la enseñanza que, no por casualidad, comenzaba con un grito de auxilio: SOS. Como ya sabemos, las Letras están en la cola de las cosas que hay que saber, no se enseñan bastante y a menudo se enseñan para cubrir el expediente del examen final, un ejercicio que se acerca más a la estadística que no a la comprensión lectora.

Muchos estudiantes dominan los hemistiquios y las sinécdoques, pero no saben qué significa el poema. No por culpa de los profesores, claro, sino porque el sistema prevé que conviene tener una cierta idea de lengua y literatura, pero sin excesos. Lo justo para que el marco parezca dorado, pero no lo necesario para que podamos mirar el mundo con los ojos de la poesía, es decir, con la percepción de una verdad que se nos hace presente gracias a la virtud de la forma que transmite sentido.

Es en este sentido que recordamos los primeros instantes en que alguien nos lo hizo saber. Yo, por ejemplo, recuerdo a Catalina y Félix. Me descubrieron a Dylan Thomas y James Joyce. Con ellos, con ese acercamiento a las Letras sin difusores ni trampas, sin corsés, de cara, enfrentado a la conciencia de que el conocimiento infunde felicidad pero también conciencia, con ellos accedí a un universo que quizá no servía para aprobar exámenes. Y que no era necesario, en cualquier caso, que sirviera para eso.