De Fausto a Heisenberg

No saldrá hasta septiembre, pero ya está siendo, en edición anticipada, una de mis lecturas del verano. Se titulaBreaking Bad. 530 gramos (de papel) para serieadictos no rehabilitadosy lo han coordinado los sevillanosSergio Cobo yVíctor Hernández-Santaolallapara Errata Naturae, la editorial que ya lanzó en su día volúmenes dedicados aThe Wire, Los Soprano, Juego de tronosyThe Walking Dead, además de la biblia deJorge CarrióntituladaTeleshakespeare. A semejanza del resto en esta imprescindible colección, siempre ilustrada en cubierta porDavid Sánchez,Breaking Bad analiza la obra maestra televisiva deVince Gillianpara la AMC a través de una veintena de artículos que todo enganchado aHeisenbergconsumirá hasta la sobredosis. Para el resto, o sea, para los no iniciados en Walter White, solo hay que recordar tres cosas: la primera, que, como dice el libro,Breaking Badno es por casualidad una de las cuatro mejores series de la historia, así que ya pueden animarse (Enrique Vila-Matas,en un artículo dedicado al fascinante capítuloLa mosca, asegura haber visto en un día las tres primeras temporadas); la segunda, que el 11 de agosto sale en Estados Unidos la segunda parte de la última temporada, y que dos meses después se estrena en España la precedente, con lo queBreaking Badtiene todos los números para ser la serie de larentrée; la tercera, más personal, es una encarecida recomendación para quien aún tenga alguna duda sobre este profesor de química metido tras un cáncer acocinerode metamfetamina: desde que, hace un par de años,Rodrigo FresányLuis Magrinyàme tentaran en Bilbao con sus andanzas, debo confesar que las historias de Walter y Jesse junto a Skyler, Junior, Hank, Marie, Saul Goodman, Mike Ehrmantraut, Héctor Salamanca y, sobre todo, Gustavo Fringe, me parecen de las mejores y más inteligentes ficciones que he disfrutado en tiempos. Gracias a Errata Naturae, además, he empezado a comprender mejor la causa: pensar que White es solo un muy buen malo, como el J.R. deDallaso el Al Swaerengen deDeadwood, es olvidarse de Ícaro, de Prometeo, de Fausto. Es olvidar que también la química, mal que le pese aHeisenberg,tiene alma, y que puede venderse al diablo. Confíen en él, o en mí, o en sanBryan Cranston,y déjense tentar...