Fallido acto de contrición, señor Trillo

MARC MARGINEDAS

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España se limitó a dar “apoyo político” al Reino Unido y a EEUU y a repartir “ayuda humanitaria” en Irak. Éstas son las explicaciones ofrecidas la semana pasada por el exministro de Defensa, Federico Trillo, ante los micrófonos de Onda Cero, tras la publicación en Gran Bretaña del 'informe Chilcot' sobre la guerra en el país árabe. Algunos compañeros de profesión han alabado que, al menos, el actual embajador de España,  destinado precisamente en Londres, haya dado la cara, mientras criticaban que su jefe de filas de entonces, José Maria Aznar, guarde silencio.

Lamentablemente, señor Trillo, ha sido el suyo un acto fallido de contrición. Han pasado 13 años, pero como miembro supernumerario del Opus Dei, usted bien sabe que el propósito de enmienda es requisito 'sine qua non para la absolución. Y en este caso brilla por su ausencia. Porque en su última intervención radiofónica, recurre exactamente a las mismas mentiras que empleó entonces con nosotros, los reporteros españoles destacados en el país árabe, para no afrontar la ignominia en que les ha colocado, a usted y a su superior de entonces, la difusión del documento.

Señor Trillo, aun esperamos que nos explique por qué, durante esa “misión humanitaria” y de “apoyo político” de la que hablaba en la radio, convoyes militares españoles entraron, el 8 de enero del 2004, en la infausta cárcel de Abú Graib. Habían salido a la luz las primeras informaciones sobre torturas a reclusos iraquís y, ante la presión mediática en Washington, EEUU aceptó liberar a un primer contingente de 60 presos. Nos habíamos congregado allí periodistas de los todos medios presentes, tanto extranjeros como españoles, y recuerdo cómo un compañero, sorprendido como todos los demás ante tan inesperada aparición, preguntó a uno de nuestros soldados que integraban la caravana la razón de su presencia en ese escenario, convertido ya entonces en símbolo de los abusos y violaciones de los derechos humanos por las potencias ocupantes. “¡Venimos de paseo!”, le respondió. Después, llamamos al departamento de prensa de Base España, y como era habitual, no recibimos explicaciones.

UN ESCUETO COMUNICADO

Y es que la política informativa de su ministerio en Irak, señor Trillo, era muy clara. Cualquier incidente relacionado con la polémica misión de las tropas españolas se zanjaba con un escueto comunicado redactado en Madrid y distribuido después a los periodistas, que no teníamos posibilidad de hacer preguntas o realizar indagaciones adicionales. La sección de prensa de Base España en Diwaniya tenía instrucciones de no dar más información que la que se elaboraba y ‘cocinaba’ en los despachos de su sede ministerial, situada a 4.405,26 kilómetros de distancia de donde estaban sucediendo las cosas, según datos de Google maps. El acceso a la base estaba muy restringido y, como bien recuerda, se hacía todo lo posible para impedirnos el contacto con los soldados.    

Así las cosas, señor Trillo, se llegaron a generar situaciones kafkianas originadas, muy probablemente, por la perentoria necesidad de convencer a nuestra escéptica opinión pública de las bondades de la misión cuando ya nos encontrábamos en la recta final de aquellas elecciones generales en las que ustedes perdieron el poder, tras el peor atentado de la historia de España. ¿O ha olvidado cómo, el 22 de enero del 2004, su ministerio informó que el comandante de la Guardia Civil y jefe de seguridad de la Brigada Plus UltraGonzalo Pérez García, había resultado herido de muerte en la cabeza durante una “operación antiterrorista” –palabras a las que su partido parecía haberles cogido gusto- acompañando a la policía iraquí? Ante el mutismo de nuestros portavoces militares, los periodistas acudimos aquella tarde-noche a fuentes policiales iraquís, que nos hablaron de “delincuentes comunes” y “ladrones de televisores y de muebles”.  

Quizás, señor embajador en Londres, sería conveniente reflexionar y preparar adecuadamente lo que se dice antes de acudir a los medios en busca de la redención. Usted, que acaba de proclamar que en Irak, “ni se manipuló, ni se ocultó información”.