Dos miradas

Extranjeros

La excusa de la ley se ha convertido en el argumento de una reconquista en la que no hay respeto porque no es necesario

Concentración en Rambla Catalunya con Gran Via, junto a la Conselleria de Economía.

Concentración en Rambla Catalunya con Gran Via, junto a la Conselleria de Economía. / FERRAN SENDRA

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Antoni Puigverd escribía hace unos días sobre el respeto. De hecho, sobre la falta de respeto que ha demostrado y demuestra el Gobierno del PP en relación al hecho catalán. Quizá es uno de los factores que más debemos tener en cuenta. La efervescencia independentista, tan respetable como cualquier otra manifestación democrática; la lenta acumulación al proceso de activos humanos e intelectuales, de sentimientos y de agravios; la defensa de una legítima capacidad para decidir un futuro de manera autónoma y sin interferencias, no han sido vistos como elementos de un todo que debe ser tratado con entidad política, sino como aventuras enloquecidas que solo merecen el desprecio y la burla.

Los catalanes que quieren el referéndum eran personajes abducidos por una fuerza extraterrestre y ahora, en palabras del ministro de Cultura, son anormales o paranormales, porque los normales (¡defina «normal», señor Méndez de Vigo!) no salen de casa. No se lo creen, no creen que la Catalunya que defiende las instituciones y la dignidad democrática tenga un peso específico. Creen que es un grano del que hay que extraer el pus. Lo dice Suso de Toro: «Ya habéis perdido el control sobre este territorio. Sois ocupantes». La excusa de la ley se ha convertido en el argumento de una reconquista en la que no hay respeto porque no es necesario. Las formas (tan mezquinas, tan autoritarias) son las de quienes nos ven como abducidos, anormales o paranormales. Es decir, extranjeros.